|
|
|
|
|
|
|
Marta Tymoschuk y su hermana Ana Rosa en un puesto de artesanías de madera en Kiev, capital de Ucrania. En la otra foto, una iglesia y los campos ondulados... postales ucranianas |
|
|
|
|
|
Viajé a Ucrania, a finales del verano europeo de este año, junto a mi hermana, una prima hermana y un grupo de descendientes de los ucranianos que debieron abandonar su Patria para sobrevivir, en la diáspora iniciada a fines del Siglo XIX y continuada en el Siglo XX.
Un sueño aglutinó a todos los viajeros: las historias personales llevaban un ingrediente común: buscar las raíces, reanudar las relaciones perdidas, honrar el pasado y la fe religiosa. Nos agitaba el corazón pensar en la posibilidad de encontrar algo o alguien que nos señalara el origen de nuestras raíces en suelo ucraniano.
Todos deseábamos reanudar lazos con familiares que quedaron en Ucrania y se diluyeron por el comunismo. La Embajada de Ucrania en Argentina, la Iglesia Católica Ucraniana y las colectividades ucranianas de Buenos Aires organizaron este viaje emotivo y enriquecedor.
Hermosa y conservadora
Ucrania es hermosa, conjuga lo moderno y lo conservador, la historia plena de hazañas y fuerza, una intensa fe religiosa, las planicies onduladas y montañas bellísimas, ciudades modernas y aldeas rurales detenidas en el tiempo. Es un lugar para realizar todo tipo de descubrimientos.
El diseño del itinerario permitió que muchos integrantes del tour pudiéramos aprovechar los días libres para buscar parientes en Ucrania, en las ciudades o en las aldeas, visitar las tumbas de nuestros bisabuelos y tatarabuelos, recorrer el “seló” (aldea natal) y dejar que la emoción nos atravesara el alma, porque todo estaba allí: el paisaje, la gente y sus costumbres, la Iglesia, la escuela, el arroyo, los campos ondulados, las casas que nos contaron nuestros mayores, desde las de madera hasta las de ladrillos, con sus verjas blancas al frente y sus huertas plenas de manzanos, ciruelos, nogales, peras, papas, remolachas azucareras, verduras y muchas flores sencillas.
En todas las huertas hay gente trabajando la tierra para elaborar y almacenar alimentos caseros y pastores cuidando pacientemente dos o tres vacas para abastecerse de leche, crema y quesos. En las pequeñas represas o lagos hay peces que formarán parte de sabrosos bocadillos salados y ahumados, sobre panes caseros untados con crema ácida. Y hongos de los bosques cercanos, secándose al sol.
Lazos invisibles
Desde Lviv, el día libre del tour, alquilamos un auto y recorrimos 250 kilómetros hacia la ciudad de Dubno, donde encontramos una anciana llamada Lesia Rak Saievich, prima hermana de mi madre, de quien no sabíamos nada desde hace 20 años.
Su recibimiento ante nuestra sorpresiva presencia fue conmovedora, para todos, los hilos invisibles de la familia separada se ataron en un abrazo húmedo de lágrimas y por palabras de alegrías y preguntas y tantas cosas que ocurren cuando se reúnen los lazos de sangre, en un encuentro pleno de incertidumbres.
Luego de una hora de intercambios de mails, celulares y de regalos, porque quieren agasajar a la familia tan lejana con “kuvasá” (chorizos caseros),”ghorilka” (aguardiente similar al vodka), bombones, pañuelos, etcétera. Continuamos el viaje 60 kilómetros hacia el norte, despidiéndonos con lágrimas, porque tal vez no nos volveríamos a ver más.
El siguiente objetivo era llegar a Gravob o Gravib, la aldea natal o “seló” donde vivieron mis familiares paternos, a cinco kilómetros de Rivne.
Llegamos a Gravob y fue como si el tiempo se hubiera detenido: la aldea estaba exactamente igual que los relatos de mi padre, que hacía 70 años partió de allí.
La idea era conocer el lugar y encontrar algún familiar Tymoschuk. Llevé viejas fotos familiares, partidas de nacimiento, cartas y otros documentos para hallar algún hilo que nos condujera a nuestros ancestros.
Al principio, gracias al manejo fluido del idioma ucraniano de nuestro amigo de viaje Juan Stul, una anciana vio las fotos y se sorprendió de nuestra visita, llamó a otra vecina más anciana aún y así, rodeados de cinco mujeres que revivían la historia de la aldea, nos indicaron dónde vivía una familia Tymoschuk.
Reencuentros
Encontramos una casa de madera, pintada de azul y amarillo (los colores de la bandera ucraniana) con un caminito de entrada bordeado por flores amarillas y manzanos plenos de frutos. Gritábamos, nerviosamente, con ansiedad e incertidumbre: ¡aquí, aquí es!
El coche se detuvo y con gran emoción golpeamos el portón que cerraba el cerco, y nos abre la puerta un señor, transpirado porque estaba cosechando papas con su esposa, en su parcela de tierra. Preguntamos por la familia Tymoschuk y él responde: “Iá Tymoschuk… Basil Tymoschuk”, mi emoción fue muy grande, porque mi padre se llamaba Basil Tymoschuk. Y llama a su esposa Olga ¡y vaya! Mi madre también se llama Olga. Nos abrieron las puertas de su casa, nos ofrecieron sus canciones, sus comidas, sorprendidos de que unas argentinas, con su mismo apellido, estuvieran buscando “goridña” (familia) en Ucrania ¡Ni idea tenían dónde está Argentina!
Miraron los papeles y comenzó la búsqueda final. Recorrimos el cementerio inmenso, dado que la aldea data del año 1500, hubo muchos muertos en las guerras y el Holodomor, y Basil nos condujo a las tumbas de los bisabuelos y tatarabuelos y eran los suyos también.
Además hallé dos tumbas especiales: una con el nombre Marta Tymoschuk, abuela de Basil y otra de Anna Tymoschuk, tal como se llama mi hermana.
En esa aldea, frente a las tumbas de tantos familiares, leí un poema, que escribí cuando supe que viajaría a Ucrania, para ofrecerla a la tierra de mis mayores, dejé un puñado de tierra argentina y levanté otro con tierra ucraniana, y la dejé en el panteón de mis abuelos: es un homenaje que intenta expresar que Ucrania es tan hermosa como ellos la describieron, la lloraron, sin poder regresar jamás.
Basil y Olga, su hija Natalie y la “stara mathe” o abuelita nos agasajaron con música de mandolina , guitarra , cantos y poemas. Olga, que es maestra, nos abrió la escuelita de niños y escribimos nuestros nombres en el pizarrón, saludando a los niños que pronto iniciarían las clases. Basil, que es compositor de baladas, poeta y cantante nos recitó bellos poemas, nos dio “un abrazo de oso” y tendimos las redes para no perder el contacto con ellos.
De hecho, ya nos escribimos por mail y nos enviamos fotos de familia.
El traductor de Google me ayuda a traducir sus mensajes en idioma ucraniano al español y los míos del español al ucraniano. Internet nos mantendrá en contacto.
Nos fuimos con una sensación increíble de plenitud, gratitud e incredulidad. Era como cerrar círculos, calmar dolores del alma, honrar memorias, agradecer a la vida.
Vale destacar que este viaje se realizará nuevamente el 16 de agosto de 2010, abarcando Praga (República Checa), Cracovia (donde nació Juan Pablo II) y ciudades del oeste de Ucrania junto con Kiev, su capital.
Otras notas de la seccion Locales
Olaviaga y Bedano en el racimo de opciones
Los comicios marcados por la presencia de Zannini y Cavagnero en las boletas
"Ya no es factible sostener la imagen de familia dominante"
Entusiasmo y aprendizaje: lo que dejó la Feria de Ciencias
"Cada vez más niños se involucran en la ciencia"
|