La propietaria de una rotisería situada en el sector centro-sur reveló todos los detalles del asalto del que fue víctima durante el pasado fin de semana.
Un pollo
En el episodio, calificado como "robo", la comerciante Luisa Nancy Dagna, de 55 años de edad, fue víctima de la sustracción de una cantidad no precisada de dinero, además de documentación y tarjetas de crédito, a la vez que junto a su hijo, un sobrino y varios empleados, sufrieron amenazas por parte de dos maleantes que ingresaron al local "El rincón de las delicias", situado en Belgrado 155.
"Eran entre las 23.20 y 23.30 (del sábado pasado), cuando una persona ingresó a la rotisería, quien se acercó al sector de comidas", refirió Dagna.
Como ya estaba a punto de cerrar el negocio, la mujer le ofreció al supuesto cliente "lo único que me quedaba, que era pollo", lo que el individuo aceptó, por lo que se desplazó hacia la cocina a fin de "prepararle el pedido".
Un arma
Fue entonces cuando "una de las empleadas se me acercó muy asustada y nerviosa" y le pidió que llamara a la Policía "porque en el sector de atrás (en un pasillo y parte de la cocina) había un sujeto apuntándole con un arma a otra empleada", relató la comerciante.
Logró comunicar la situación al 101, receptando la denuncia "una mujer", a quien le repitió dos o tres veces la dirección, a fin de que concurrieran con celeridad dada la situación que estaban viviendo.
Al tomar conocimiento de los hechos el hijo de la dueña del negocio, éste se apresuró para cerrar el sector de atención al público y, de esta manera, evitar el ingreso de clientes al local.
"¡Todos atrás!..."
Casi al mismo tiempo, el primero de los individuos (que poco antes había requerido un pollo para llevar) apareció de pronto portando con ambas manos una arma de fuego, a la vez que ordenaba que todos se dirigieran a la parte posterior del negocio al grito de: "¡Atrás, atrás... vamos todos para atrás!..."
Ya en el interior de la cocina fueron obligados a arrojarse al piso, al tiempo que el asaltante demandaba que todos les entregaran sus pertenencias (celulares, billeteras y elementos personales.
"Los dos ladrones, una vez que nos dominaron, se dirigieron al local de ventas donde está la caja sobre el mostrador".
Fue entonces que Dagna escuchó que uno de los malvivientes le ordenaba al otro: "¡Atalos, atalos!...", a lo que el compinche se rehusó, respondiéndole: "Dejalos, que se portaron bien".
La huida
Durante diez minutos permanecieron en el interior de la cocina, tras lo cual no se escucharon voces ni ruidos. Los delincuentes ya habían huido del lugar.
Dagna reveló que, al momento de producirse el atraco, se encontraban en el interior de la rotisería "entre diez y doce personas" (ella, los empleados, su hijo, un sobrino y dos clientes).
La Policía todavía no había llegado.
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