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9 de Diciembre de 2010
El ex intendente Horacio Cabezas se expresó acerca del hermanamiento entre Villa María y Villa Nueva
“Nada impide que los estados puedan coordinar esfuerzos”
El otrora jefe del Ejecutivo aporta al debate perspectivas históricas y sociales sobre una relación que trasciende el tiempo y las coyunturas políticas
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La plaza “Capitán de los Andes”, en el centro de la ciudad de Villa Nueva - La plaza Centenario, en el corazón de Villa María- El ex mandatario comunal, Horacio Cabezas aportó su visión acerca de un tema que generó rispideces

"¡Qué pena que nos peleemos!", manifiesta el ex intendente Horacio Cabezas para comenzar a desandar su reflexión sobre el hermanamiento entre Villa María y Villa Nueva, propuesto días atrás por los intendentes de las dos ciudades y que despertó polémicas en ambas orillas del río Ctalamochita.
"Voy a hablar sobre el hermanamiento y lo haré a partir de la palabra hermandad, la cual no necesita muchos predicados gramaticales para admitir la nobleza de su significado", sostiene el reconocido dirigente político.
"Es un término asociado a la idea de afecto, solidaridad, colaboración, amistad. Y las conductas que se enmarquen dentro de esos lineamientos, son beneméritas y felices, porque enaltecen la integridad humana del hombre", también indica el escrito elaborado por el ex mandatario villamariense.
Aportando su visión equilibrada sobre el hermanamiento, Cabezas enfatiza que “las dos ciudades comparten ese paisaje de belleza y felicidad. Una de ellas, más antigua en su formación, signada por el nombre de eterna juventud, es hija de la leyenda como lo fue la Roma imperial de la historia, se llama Villa Nueva. La otra, la del margen izquierdo, nació con posterioridad y debe su nombre a un acto de voluntad, bautizada con el nombre de María. Ambas siguen llamándose Villas, porque así fueron los designios de sus fundadores que le imprimieron un sello de eternidad”.
Ambas poblaciones fueron cuna de destacadas personalidades que honraron a sus vecinos y sirvieron con toda dignidad los intereses de las dos comunidades. Cada una de ellas tuvo sus gobernantes locales, que en el ejercicio de sus responsabilidades obraron con sobriedad y delicadeza. Trabajaron denodadamente por el bien común sin incurrir en desafueros reprobables”, agrega en su producción el ex titular del Sillón de Viñas.
“Si esas dos ciudades pudieron convivir en vecindad durante buena parte de la historia patria, cada una con sus hábitos y medios, con culturas similares, con sus propias autoridades, con el esfuerzo de sus hombres y mujeres, creando su particular acervo cultural, intercambiando lazos de amistad entres sus gentes, instituciones y familias, ¿por qué pelearnos ahora?”, acota el contador abriendo puntos suspensivos al debate.

Sin barreras

“Nada impide que los estados administrativos y sociales locales, puedan coordinar sus esfuerzos, formular políticas integrales sin que sea necesario producir menoscabo a la autonomía e idiosincrasia de cada una de las dos ciudades, más aún cuando esos aspectos están firmemente arraigados en su gente”, puntualiza el ex jefe del Ejecutivo comunal villamariense.
“Y así como nada impide hacer lo que se expresa en el párrafo anterior, tampoco hace falta protocolizar ningún acuerdo. Menos aún, si el mismo tiene que ser realizado durante un período posterior, toda vez que su cumplimiento quedaría siempre reservado a la voluntad o criterio de las autoridades de turno. Y esto que digo, está confirmado por gran cantidad de acontecimientos cuyas realizaciones fueron siempre bien compartidas por ambos pueblos”, enfatiza el autor del manifiesto antes de rematar: “Es la política del ‘buen vecino’ de la cual se habló mucho, en alguna época, en las relaciones diplomáticas internacionales”.

Siempre unidos

Horacio Cabezas dedica buena parte de su producción para destacar los espacios compartidos, a través de la historia, por los habitantes de las dos Villas.
Dice el avezado hombre de la política: “Desde tiempos ancestrales, las dos poblaciones, convinieron en celebrar las fiestas patrias de manera que no se produjeran competencias o superposiciones.
El 25 de Mayo lo hace Villa Nueva y el 9 de Julio lo festeja Villa María. La multitud que asiste, es de una y otra ciudad.
En los primeros años de la década del treinta, con motivo del doloroso suceso que fue la sentencia y ejecución del cabo Paz en la ciudad de Tucumán, ambas ciudades mancomunaron su pedido de clemencia.
María Secundina de Moyano, cuya residencia era una vistosa mansión que se emplazaba en la calle Buenos Aires de nuestra ciudad, en gesto de hermanamiento, fue donante del altar de la iglesia de Villa Nueva. Sus restos descansan en el cementerio San José.
En el curso del año 2003, un conspicuo vecino nuestro, Héctor Zanettini, hizo su valioso aporte a la historia de la ciudad de Villa Nueva, a través de su bien documentada edición denominada “250.000 adobitos, que hace mención al material que se utilizó para la construcción del actual templo parroquial Nuestra Señora del Rosario”.
Desde que se estableció la Colectividad Española, fueron emotivas las romerías españolas que se celebraban en el Parque Hipólito Yrigoyen de Villa Nueva. También las kermés italianas, tuvieron plena acogida en el Parque Hipólito Yrigoyen.
En la actualidad, el complejo denominado Prado Español, fue emplazado en la vecina ciudad, no obstante que la sede central de la institución está en Villa María. El primitivo club Social de Villa María y su continuador, Jockey Club, fueron fundados e integrados por los vecinos de ambas ciudades. La imponente entidad Villa María Golf Club, fue emplazada en Villa Nueva, sin ningún recelo localista.
Se intercambiaban cálidos flirteos e idilios entre los jovencitos de ambas poblaciones, sentires impulsados por el corazón, que después culminaban con la formación de honorables y arraigadas familias.
La Junta Municipal de Historia de Villa María, fue integrada con el mayor beneplácito por los historiadores de Villa Nueva, Pablo Granados y Norma Vogler de Budano.
En la actualidad, el presidente de la Junta Municipal de Historia de Villa Nueva, Armando Fonseca, es miembro, también, de la Junta de Historia de Villa María. Ambas juntas no sólo que coexisten en armonía sino que realizan proyectos comunes.
En nuestro cementerio La Piedad, en el trayecto de la primera diagonal, se levanta un monolito que afecta la forma de obelisco piramidal. En sus laterales, se leen las palabras que las dos ciudades expresan en homenaje a los extintos Casimiro Altamira y José María Altamira, vecinos conspicuos de Villa Nueva.
Los restos de la familia Pereira y Domínguez, por la inseguridad que afligía a la familia, fueron acogidos en la hermana ciudad de Villa Nueva.
El tranvía fue el transporte que en su recorrido unía a las dos ciudades.
La ciudad de Villa María ha honrado a dos eminentes vecinos de Villa Nueva, imponiendo los nombres de Doctor Mariano P. Ceballos y Don Manuel Modesto Moreno, a sendas calles de Villa María.
Cuando el vicecónsul de Bolivia visitaba anualmente a la Escuela República de Bolivia, nuestra Escuela República del Paraguay, en gesto de hermandad, concurría en pleno para compartir el agasajo a tan distinguido diplomático.
Nuestra ciudad acogió cariñosamente a la primera escribana que ejerció su profesión en Villa María. Era Josefina González Muiños perteneciente a una arraigada familia de Villa Nueva.
Amadeo Sabattini, médico, tenía singular ascendencia en Villa Nueva y, siendo gobernador, se propuso pavimentar la actual avenida Carranza, como trayecto integrante del camino que conduce a la ciudad de La Carlota.
Cuando en 1945, el general Juan Domingo Perón siendo entonces coronel, visitó la ciudad de Villa María, el agasajo popular, multitudinario, se hizo en el Parque Hipólito Yrigoyen de Villa Nueva”.

Hermanados

“Todo esto que dejo expresado en la segunda parte de mi exposición no es un aporte documental, es un relato vivencial”, subraya Cabezas.
“La ciudad de Villa María, no obstante el carácter cosmopólita de sus vecinos, ha recibido a lo largo del tiempo, aportes culturales, económicos y sociales de la ciudad vecina y querida, que es Villa Nueva”, apunta.
“Y los hijos de una y otra ciudad, han mezclado su sangre, afirmando los afectos familiares y de otros órdenes no menos significativos.
Gracias, ciudad de Villa Nueva”, concluye el autor del análisis histórico-social.

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