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31 de Diciembre de 2010
Automovilismo
“El Primer Gran Premio”, a un siglo de aquella epopeya
Una carrera que hizo historia y que pasó por nuestra ciudad. El recuerdo del Primer Gran Premio realizado en nuestro país, que unió Buenos Aires – Rosario – Villa María y Córdoba
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Escribe: Héctor J. Zanettini.
(Miembro de la Junta Municipal de Historia de
Villa María)

Hace poco más de un siglo atrás la ciudad se aprestaba a vivir un hecho inédito. La llegada de los autos del primer “Premio Gran Premio” (como se lo menciona en la actualidad) que largó la madrugada del 24 de marzo de 1910, frente a la Casa Rosada, en Buenos Aires, con la idea de unir Buenos Aires - Rosario - Villa María y Córdoba.
Una epopeya por aquellos tiempos con caminos de tierra, donde algunas ciudades ubicadas junto al camino elegido ni siquiera habían conocido ese nuevo invento: el automóvil.
Un verdadero desafío porque la ruta no podía ser más riesgosa, donde los peligros no comprendían solamente a los caminos, ya que a ellos se sumaban la carencia de asistencia mecánica, ausencia de auxilios de abastecimiento o la falta total de puentes, para nombrar las principales.
Aquella historia sucedió a fines de marzo de 1910, hace más de un siglo. A horas que la ciudad viva otro momento histórico como lo será el paso del “Dakar 2011: Buenos Aires - Chile”, recordamos aquella carrera protagonizada por los pioneros del automovilismo.

La largada

Llovía torrencialmente. Eran las 4 de la mañana del jueves 24 de marzo de 1910 y allí estaban esos siete valientes pilotos que, en dos etapas, tratarían de unir Buenos Aires - Rosario (24-03) y Rosario - Villa María - Córdoba, (26-03) mediante los automóviles mas afamados de aquel entonces.
Luego de sellados los vehículos (tarea que estuvo a cargo de las autoridades del Automóvil Club Argentino), éstos se dirigieron desde Plaza de Mayo en marcha neutralizada hasta Núñez.
Desde allí, a las 5.30 de la mañana, se dio la señal de partida al primer competidor Juan Cassoulet (con un Dion Bouton 28 HP), y así sucesivamente y con 10 minutos de intervalo, a los seis restantes y en este orden: F. Almada (Fiat), Víctor Laborde (Delaunay Belle Ville), Ventura López (Mercedes), el Ingeniero Marín (Panhard Levassor), Andrés Castro (Panhard Levassor) y Benjamín Enrique Odell (Ford), que partió algo demorado.

¿Cómo se concretó?

Fueron tres dirigentes de ACA entusiastas propulsores del automovilismo, como lo eran Juan A. Roth, Henry Roger y Víctor Laborde, los que iniciaron el 18 de marzo de 1910 una “excursión” a Córdoba para explorar los caminos y llevar combustible en latas y neumáticos como para dejarlos en aquellas localidades del interior que carecían de tales elementos, ya que por aquel entonces no existían automóviles en muchas localidades del interior.
Los tres viajeros, tras innumerables escollos por esos caminos de Dios, llegaron a Córdoba el día 20 de marzo a las 5 de la tarde, informando telegráficamente a las autoridades del Automóvil Club Argentino que los caminos se hallaban en “excelentes condiciones”, remarcando que los mejores eran los de la provincia de Santa Fe, pero que los de Buenos Aires mostraban la mayor dejadez; no mencionan el estado de los caminos de Córdoba.
En Buenos Aires, entretanto, se habían cerrado las inscripciones. Se pensaba reunir una docena de entusiastas, pero por diversas circunstancias desertaron algunos interesados, por lo que se clausuró el registro de inscripciones el 15 de Marzo a las 5 de la tarde con nueve inscriptos, de los cuales sólo se harían presentes siete al momento de la largada.
El premio para el primero en llegar, consistía en una “Copa José A. Pacheco y Anchorena” y, según el reglamento que se había confeccionado, la carrera podía prolongarse por tres días, lapso que en la práctica se duplicaría.

La carrera

Con los autos ya en carrera, y habiendo recorrido pocos kilómetros, se produce la primera novedad. La ruta pasaba por Talar de Pacheco (en homenaje al entonces presidente del ACA, pero resulta que Odell, Almada, Marín y López equivocaron el camino y continuaron por una huella que los llevó a Campo de Mayo.
Esa equivocación causaría decisivos trastornos, ya que se vieron sorprendidos por una intensa lluvia cuando aún les faltaba un buen trecho para llegar hasta Rosario.
Caussolet, puntero en el camino, sufrió la rotura de un elástico cerca de Talar de Pacheco, inconveniente que fue subsanado en General Rodríguez en apenas 20 minutos.
Laborde, por su parte, sufrió también un retraso a causa de haber quedado empantanado por espacio de media hora, en un camino cercano a Carmen de Areco, pero pese a esos retrasos, Cassoulet y Laborde seguían firmes en la delantera.
A la 1.05 de la tarde, Cassoulet atravesaba el poblado de Godoy, y 10 minutos después lo hacía Laborde seguido de Almada a las 2 y 10. El resto de los competidores continuaba la prueba con considerable retraso.
Alrededor de las 2 de la tarde comenzó a llover cuando los dos punteros se hallaban a unos 40 minutos de Rosario, los que llegaron a cubrir sin mayores inconvenientes los últimos kilómetros. El ganador de la etapa Buenos Aires - Rosario resultó ser Laborde, ya que empleó 9 horas 7 minutos, frente al tiempo empleado por Cassoulet, que fue de 9 horas 32 minutos.
Tres fueron los que ese día llegaron a Rosario, los ya mencionados Cassoulet y Laborde; y Almada, que hizo su entrada a las 19. Los demás se vieron obligados a pernoctar en distintos pueblos a causa de que el barro y la noche les impedía avanzar.
Esto motivó acaloradas discusiones entre los competidores, más todavía por las malas noticias acerca de fuertes lluvias en la ruta a Córdoba.

El segundo día

Al día siguiente, el viernes, llegaron a Rosario los últimos tres pilotos que aún quedaban “en carrera” y Víctor Laborde (como corredor y dirigente) hizo labrar un acta donde los participantes daban su consentimiento para la prosecución de la competencia a pesar del barro y las lluvias.
Como la llegada de los últimos competidores a Rosario fue el viernes, la competencia se reanudó el día Sábado a las 6 de la mañana, y en el mismo orden al que habían arribado a la mencionada ciudad santafesina.
Jamás una carrera de automóviles se realizó en condiciones tan precarias, debido a las intensas lluvias que todavía seguían cayendo cuando se reanudó la misma. Los caminos ya no existían, sólo eran pantanos uno tras otro.

Arriban a Armstrong

Cerca de Armstrong, el Ingeniero Marín se “quedó” en un pantano más, y abandonó; Cassoulet y Laborde pasaron bastante juntos, pero Laborde en su afán de conservar la delantera, cayó en un pozo cubierto de agua torciendo un eje. Hubo que desarmar el tren delantero y enderezarlo, cosa que le insumió 3 horas 40 minutos. Pero allí no terminó la cosa, entre Morrison y Ballesteros cayó en un zanjón tan profundo que necesitó 24 horas de trabajo para sacarlo de allí, y gracias a la ayuda inestimable de varias yuntas de bueyes. Por este último contratiempo perdió la chance de ganar el Gran Premio.

Llegan a Villa María

Por esta causa, y el retraso de Odell, ese día (26-3) llegaron a Villa María sólo tres competidores: Cassoulet, que llegó a las 4.15 pm y luego, Almada y Castro.
Y amaneció el domingo 27 de marzo. Los pilotos que habían llegado a Villa María continuaron con su marcha. Odell y Laborde seguían luchando pero sucedió lo impensado: chocaron cerca de Villa María, lo que hizo que entraran a ella alrededor de las 9 de la noche del día domingo, en momentos que el primero, Andrés Castro, hacía ya dos horas que había llegado a Córdoba.
Su entrada por la calle San Jerónimo la hizo cerca de las 19 y se sumó tranquilamente como uno más al carnavalesco corso. El público que había esperado en vano a los intrépidos corredores el día anterior, al verlo, aplaudió vivamente a Castro y sus acompañantes.
Almada por su parte se vio obligado a abandonar cerca de Tío Pujio y Cassoulet, por rotura del cardán en Oliva, tuvo que pernoctar allí y llegó al día siguiente.
Todos estos contratiempos, hicieron que el segundo competidor en llegar a la Docta, fuera Juan Cassoulet, haciéndolo a las 9.10 del día lunes, o sea 14 horas después de Castro. Un día más tarde, el martes, pasado el medio día, entraron a Córdoba, Laborde y Odell.
Tan confuso resultó todo esto, que motivó los más distintos comentarios: Cassoulet alegaba ser él el ganador, ya que había estado “detenido” en Rosario por espacio de 14 horas, y un periódico decía que Laborde, que llegó dos días después que Castro, era el ganador del Gran Premio del Automóvil Club Argentino, o lo que hoy al menos consideramos como tal.

Regreso a Buenos Aires

Máquinas y Corredores fueron embarcados en seguida en un tren a Buenos Aires, y el 1 de abril se reunió la Comisión Directiva del ACA para revisar las hojas de ruta y establecer la clasificación definitiva.
Se dio como ganador a la máquina piloteada por el señor Juan Cassoulet.
En segundo lugar, a los señores Castro y Roger, con la máquina del Barón de Vincelles. Tercero, Víctor Laborde y cuarto, el Benjamín Odell.
Como vemos, de los siete automóviles que compitieron en la carrera Buenos Aires - Rosario - Villa María - Córdoba, seis consiguieron llegar a Rosario, pero sólo cuatro finalizaron este Gran Primer Premio. Y el ganador, es decir el señor Juan Cassoulet, recorrió esa distancia a un promedio de 24,429 kilómetros por hora.
Cosa extraordinaria en aquellos tiempos, y por esos “caminos” de Dios...

NOTA: Hay cierta confusión en la bibliografía consultada, en lo que respecta a los horarios y especialmente a los tiempos empleados, cosa que ahora podemos considerar entendible, teniendo en cuenta que esta “ histórica aventura” ocurrió hace ya 100 años. Lo interesante de todo esto, podemos decir, está en la parte anecdótica de las peripecias de todo tipo que tuvieron que soportar vehículos y sus conductores.
Bibliografía consultada: Caras y Caretas Nro. 600 - 02-04-1910; - El Gráfico, Especial Nro. 4 (diciembre 1962); “Historia del Automovilismo de Córdoba”, de Eduardo Gesumaría; “Sprinter” (Diciembre 1986) y Revista Carburando.

Epígrafes: 1 - Otro de los participantes del Gran Premio, al día siguiente de haber arribado a Córdoba, con el auto ya lavado, sin barro y con sus competidores bañados y acicalados
2 - El auto de Cassoulet al arribar a Córdoba

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