|
|
|
|
|
|
|
Atrás, Rena inicia una loca carrera para festejar su gol y más aquí levanta los brazos Carlos Arias. Alumni consiguió en Jujuy uno de los triunfos más necesarios |
|
|
|
|
|
Escribe: Juan Manuel Gorno Enviado especial
El grupo unido en el centro de la cancha y los abrazos interminables reflejaban una sensación de desahogo. La euforia se derramaba por todos lados en esos jugadores de rojo y blanco que, ante los ojos incrédulos de cientos de jujeños, demostraban que la vida suele ser generosa, aún en los peores momentos.
Era el final de una verdadera final, de esas que Alumni tenía que sortear con éxito por más desavenencias que pudiesen existir. Y la imagen para los villamarienses no pudo ser mejor.
Es que los dirigidos por Mauricio Magistretti dejaron entrever que los hombres no siempre se debilitan ante las derrotas. Vencieron con autoridad a Talleres de Perico, 1 a 0, en condición de visitante, y le soltaron la mano a la mala racha que lo acompañaba desde hace seis fechas.
Todo se hizo en base a esfuerzo, con los pies y, sobre todo, con la cabeza. Y así no importó el contexto, ni la presencia peligrosa de un asistente cuestionado, ni la previa fulera que se vivió en la semana ni los temores lógicos de aquellos que suelen perder la fe.
En realidad, Alumni salió a jugar en serio.
De arranque nomás, el equipo villamariense buscó tomar la posesión de la pelota con orden y trató de no retroceder como en otros partidos.
Es cierto que los jujeños quisieron embestir con sus atributos y, de hecho, a los cinco minutos el central Javier Juárez, en posición de atacante, estuvo a milímetros de convertir tras un centro cruzado. Pero Alumni no tardó en tomar el control del juego, como sí le sucedió en los dos últimos partidos.
Entonces, mientras el colombiano Víctor Zapata –de buena técnica- parecía un llanero solitario en cada incursión jujeña, el equipo villamariense se mostraba más confiable, teniendo la pelota lejos de su arco y apelando a la inteligencia para buscar los espacios libres.
Carlos Arias por derecha, Alexander Lucero por izquierda y Walter Estrada tirándose casi siempre en la zona de gestación, resultaban importantes para el traslado, con el aporte valioso de los centrales y de una defensa que subió con mayor convicción.
El problema de ofensiva, no obstante, fue un tema que tardó en resolverse. Es que dentro de un orden también faltó salirse del libreto y a veces pensó mal los caminos para llegar al arco. Por eso Víctor Rena anduvo por el área sin recibir asistencias y los demás orillaban el área.
Lucero, con una corrida por izquierda que terminó con disparo desviado, y Estrada, con un tiro violento que el arquero Coronel desvió con esfuerzo, fueron quienes tuvieron la suya en el primer tiempo.
Sin embargo, en el segundo la cosa cambió. A los 10 minutos, Estrada se escapó por izquierda y envió un centro por arriba. Allí Rena, entre dos defensores, esperó con paciencia la estocada final y, cuando la vio venir, ensayó una palomita, metió el frentazo y la pelota viajó pegada al palo izquierda. Fue gol y alegría inmensa. Gol clave, por cierto, si se tenía en cuenta que el partido no daba para muchas emociones y que Talleres no tenía demasiados argumentos para salir a devorarse a su rival.
Empujado un poco por su público y por su técnico, el equipo jujeño quiso el empate de cualquier forma, pero se repitió en centros a la olla sin destino fijo, mientras Alumni trató de no desordenarse y, si se podía, defenderse con la pelota lejos de Chiarini. Por eso Magistretti puso a Matías Fernández, no sacó a los tipos de experiencia y, más tarde, mandó a la cancha a Fernando Guzmán, quien necesitaba una parada brava para sentirse seguro.
De ahí hasta el final, sólo hubo un susto, cuando Castillo se escapó por derecha y tiró cruzado, pero Chiarini desvió con solvencia.
Para lo otro estaban dos centrales atentos, como Darío Medina (tambén necesitaba un partido así) y José Figueroa, convertido en una pieza clave de la cerradura que debe poner el equipo atrás.
Más allá de la ilusión, el equipo jujeño careció de ideas para llegar al gol y Alumni, sin refugiarse tanto, esperó el final para desatar esa locura esperada, esa alegría enorme que, en el fútbol, se magnifica más cuando a veces se convive con el sufrimiento.
La figura
El equipo villamariense podría ser la figura del partido, por cómo jugó en forma colectiva, pero en realidad hubo muchos pilares del resonante triunfo conseguido en la tarde jujeña. Desde el fondo se destacaron los dos centrales, casi siempre impasables, Darío Medina y José Figueroa. En el medio se destacó Walter Estrada y adelante, Lucero rompió defensas con velocidad y Víctor Rena hizo el gol, además de sacar varias de cabeza en el área propia.
El árbitro
Mucho se habló en la semana del arbitraje, pero la terna y sobre todo el santiagueño Jorge Sayago (el mismo que denunció un soborno en contra del club Alumni) no se mostraron tan localistas. En el primer tiempo, al asistente se le pudo cuestionar una posición adelantada polémica que le cobró a Lucero. Y en cuanto a Marcelo Bistocco, se equivocó en no echar a Aguirre, por una patada fuerte a F. José. En resto alternaron buenas y malas para los dos equipos.
Otras notas de la seccion Deportes
El peor Agosto de su vida
Argentino, campeón
Jockey no pudo con Athletic
Otra victoria del "Sanmar"
Villa María, subcampeón
|