Tal como fuera reflejado días atrás por EL DIARIO, la cava ilegal sita dentro de los terrenos de un conocido comerciante de la ciudad que contamina los fondos de barrio Felipe Botta sigue generando graves problemáticas.
Una práctica más que lamentable se lleva a cabo en el lugar que da cabida a un sinnúmero de desperdicios: recoger basura para luego consumirla.
Vale destacar que en el espacio denunciado , donde se erige también una pestilente laguna rodeada de basura de todo tipo, se pueden encontrar productos alimenticios vencidos o en mal estado que son recogidos diariamente por personas del barrio o de otros sectores de la ciudad.
“Esta gente viene todos los días, entran por donde el alambre está roto y comienzan a levantar cosas que luego se llevan, seguro que para comer”, expresó ayer José Quintana, quien habita en cercanías al contaminado terreno.
Cabe remarcar que ayer llegó hasta el lugar, ubicado a pocas cuadras de la ruta pesada, el concejal por la Democracia Cristiana Ricardo Pereyra, quien tomó nota de la situación y los detalles que presenta este verdadero dilema.
Según pudo conocer este medio, Pereyra llevaría adelante gestiones tendientes a resolver una situación que afecta gravemente al medio ambiente y genera constante preocupación en los frentistas del sector.

@Napas comprometidas

No sólo a nivel de la superficie se enumeran los problemas por la excesiva acumulación de elementos contaminantes.
“Las napas de agua, de no mediar una inmediata intervención de las autoridades, se verían afectadas por las filtraciones que la cava está produciendo”, expresó Quintana.
“Invito a todo aquel que quiera venir a conocer esta verdadera vergüenza que se llegue y que traiga a los que se tienen que hacer responsables de esto”, agregó el ofuscado vecino.
Un detalle, no menos significativo, es el del sistema de cables de alta tensión que atraviesan peligrosamente el terreno en cuestión.
Los elementos señalados, conductores de altas cargas eléctricas, se encuentran a pocos metros del suelo y ponen en riesgo a los ocasionales transeúntes que hacen su paso por la zona.
“Todo el mundo sabe de quién es el terreno. Es propiedad privada, está cerrado con un alambrado, sin embargo nadie se da por aludido”, resaltó el hombre cuyo domicilio se levanta a escasos metros del inmueble en estado calamitoso.
“Es hora de actuar, antes que todos tengamos que lamentar algo malo”, concluyó.