Corría julio de 2000 cuando armó las valijas y dejó su añorado barrio Bello Horizonte. Tenía 17 años. Lo hizo junto a sus padres y sus dos hermanos.
Bárbara Virginia Maggia (26) voló a Estados Unidos y se radicó allí. “A pesar de que mis viejos lo decidieron, yo tenía ganas y sentía la necesidad de irme”, recordó ayer, al dialogar con EL DIARIO en la casa de su abuela paterna, en Villa María.
Bárbara regresó a su ciudad natal casi nueve años después de la partida, por segunda vez (vino, anteriormente, en junio de 2004). Y en su charla con este matutino, expresó su sentir respecto a la crisis económica que azota a EE.UU. y al mundo, y sobre Barack Obama, el presidente que asumió en enero pasado.
“La crisis se nota en todo. Como argentina, uno se amolda, achica gastos, gasta menos, no incurro en lujos. Pero allá esto no pasaba desde los años ‘30, y muchas generaciones crecieron sin problemas económicos. Por eso, la última década fue shockeante; de pronto se encontraron atacados (lo dice por el atentado a las torres gemelas), vulnerados...”, comenta.
La joven subraya que “el Gobierno siempre quiere que la gente consuma, no que ahorre. Hay un culto del consumo, desde que uno se levanta hasta que se va a dormir es bombardeado para que lo haga”.
“Los que más sufren esta crisis son los actores de la microeconomía, por decirlo de alguna manera: el señor que vende el diario, el que vende café”, apunta. Bárbara cuenta que la debacle comenzó a sentirse en junio pasado. Y califica a George Bush (el ex presidente) como alguien “cínico”. “Los economistas analizaban los discursos de Bush, quien con un cinismo insoportable negaba la crisis. Los profesionales de la economía nos mostraban los números en la cara, que desmentían al presidente. Su ignorancia agravó las cosas”.
“Muchas personas se quedaron sin trabajo, pero -advierte- no es una pobre gente. No se quedaron sin comer. Son millonarios y reciben indemnizaciones millonarias. Ya no pueden enviar a sus chicos a Harvard, pero respiran tranquilos.”
Luego, la entrevistada revela que trabaja (desde hace cinco años) como bartender en un local de Manhattan en el que está la mayor selección de tequilas de Nueva York, “con un público que gana muchísimo dinero y que consumen allí con viáticos. No pagan nada de sus bolsillos. Puedo decir que el derroche ilimitado de ellos es una pata de todo esto”.
Para graficar, puntualiza que la reducción de personal de una sola gran empresa, le hizo caer las ventas a ese local en un 20% ó 25%. “Es un efecto dominó muy severo”.

La guerra

Para ella, “no tenías que ser un economista dotado para darte cuenta de lo que venía. El 40% de la economía se iba en la guerra, se quemaba la plata en armamentos. Es un hueco irreparable. Acá he escuchado que hablan del gasto en la costanera. Bueno, qué lindo; allá lo gastan en guerras”.
No duda en decir que “Bush está visto como ignorante, tienen muchas fallas y se fue muy mal”.
Obama hoy representa la esperanza para un país que quiere salir del pozo. “La gente ponía en sus parabrisas los días que faltaban para que se vaya Bush. Obama es la esperanza, le cambió el ánimo y el humor a la gente. Si nos desilusiona será una catástrofe moral para todos”, concluye.