No todo lo que reluce es oro. El intendente Eduardo Accastello pagará, seguramente, un alto precio por su alianza con el Gobierno nacional basada, fundamentalmente, en las millonarias obras que quiere concretar en la ciudad. El color del dinero no siempre es claro como el agua. La seguidilla de anuncios y de apertura de sobres de licitaciones es la antesala al altar del sacrificio.
Más allá de sus movimientos de cintura para esquivar ponerse el traje de candidato, su postulación es casi un hecho en los jardines de la Quinta de Olivos y su nombre es escrito en cuerpo diez y negrita por varios diarios porteños que anuncian su candidatura a senador y su derrota. Todo al mismo tiempo (ver página 8).
Hoy, Accastello debe estar arrepentido de haberse puesto a disposición del partido (hace poco más de un mes) afirmando que “en 2005 le había ganado a Juez y al radicalismo”. Posiblemente, no tuvo en cuenta que cuando fue candidato a diputado nacional, en esa oportunidad, estaba bancado por el Gallego de la Sota (en su apogeo) y Néstor Kirchner con alta imagen positiva. Eran otros tiempos y aún no había recorrido el espinoso camino de la precandidatura a gobernador que luego tuvo que resignar. En esa época no tan lejana, Accastello soñaba con sentarse en el Sillón de la Casa de las Tejas y ni sospechaba que tendría que regresar al Sillón de Viñas.
En política lo que no da ganancia en su momento, se transforma en pérdida.
Testimonio K
Hoy, el peronismo cordobés no lo tiene en sus planes y lo imagina haciendo equilibrio en la bandeja de las denominadas candidaturas testimoniales. Listas que tienen demasiados flancos y estarán expuestas a los más duros ataques (entre ellos la “estafa” a la ciudadanía).
¿Cuál será el discurso que Accastello llevará en la campaña?
¿Qué le dirá a los ciudadanos cordobeses?
¿Me postulo para senador pero seguiré siendo intendente? ¿Busco la unidad del peronismo pero voy en una lista dividida?
Muchos de los conceptos que ha repetido todos estos años se derrumban, si es el primer candidato a senador de la lista kirchnerista.
Primero, porque el intendente local siempre justificó sus apoyos a Menem, Duhalde, Kirchner en su calidad de peronista. Hoy, tiene que elegir una vereda y su decisión no está teñida de ideología. No puede enfrentar de plano al justicialismo cordobés porque es arte y parte de su estructura y no puede hacer una defensa acérrima de la estrategia kirchnerista sin el temor de ser derrotado de manera aplastante.
Hoy, Accastello tiene que tomar una decisión teñida por el dinero. El intendente local consiguió varias obras por su afinidad por los gobiernos nacionales. Con Carlos Menem en la Rosada logró (junto a otros actores) la apertura de la Universidad Nacional de Villa María y un aporte del Tesoro Nacional para hacer el subnivel ferroviario, uno de los caballitos de batalla de su campaña en 1999.
No llegó a concretar el aeropuerto, ni el centro de cargas y descargas. Pero, durante la administración de Nora Bedano le cortó la cinta a la medioteca, gracias al apoyo provincial y nacional.
Luego, comenzó su carrera para tener cloacas, desagües, planta depuradora, el demorado aeropuerto, el varias veces anunciado puente entre las dos Villas, entre otras cosas.
Y, los proyectos están comprometidos.
Accastello le debe al kirchnerismo lo poco o mucho de su gestión (la ciudadanía juzgará). Y las facturas, en algún momento, se pagan.
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