A la manera del obstinado lema que reza “los árboles mueren de pie”, el artista de 62 años Manolo Galván arribó al escenario del Teatro Verdi (ocupado en 40% de su capacidad), el viernes pasado, como parte de su gira despedida.
Evidentemente disminuido en sus capacidades, casi con los últimos alaridos en su garganta rasposa y sostenido por un bastón, el cantautor romántico español que pergeñara éxitos en los sesenta y setenta, resucitó una extensa lista de obras de remanido sentimentalismo musical. A medida que los temas se desenvolvían (como "Te quise, te quiero y te querré" o "Por qué te quiero tanto"), sostenidos por su tecladista y saxofonista, el artista se fue soltando, imprimiendo un par de arrebatos apasionados, cantándole a un muñeco (¿?) o haciendo las veces de pintor enamorado y hasta mechando bromas sobre la edad y sus vericuetos: “Uno ya se va poniendo viejo e imbécil”, soltó antes de repetir “Deja de llorar”, debido a un equívoco inicial. La mejor parte resultó un recitado poético sobre su partida hacia mejor mundo, aprovechado por su honda y aguardentosa voz. J.R.S.
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