Escribe: Jesús Chirino
El 6 de agosto de 1934, con la presencia de Manuel E. Paz, vicepresidente del Directorio de Obras Sanitarias de la Nación, fue inaugurado el servicio de agua corriente y desagües cloacales en Villa María. Los actos desarrollados hace 75 años, con la participación de numerosos funcionarios de la mencionada repartición nacional, eran el fruto de las gestiones realizadas a lo largo de más de tres décadas.
Necesidad de agua potable
Apenas iniciado el Siglo XX, Villa María aún no era ciudad, los habitantes de la localidad entendieron que la potabilidad del agua que se consumía no era muy buena. Desgraciadamente se había llegado a esa certeza luego de realizar los análisis del agua que consumían los villamarienses. Un químico bacteriólogo del Consejo Provincial de Higiene fue el encargado de los análisis demandados por las autoridades. La localidad pasaba por el dolor de una epidemia tifoidea que arrojó varios muertos y muchos vecinos enfermos.
Confirmada la falta de potabilidad del agua, se desarrollaron diferentes acciones tendientes a dejar atrás el uso de los pozos de balde y las cisternas. Se instalaron en la ciudad molinos de vientos -ver nuestra nota del 24/12/2006 - y se comenzó a pensar que el Gobierno nacional podría dotar a la localidad de aguas corrientes.
Gestiones para tener mejoras
Felipe Poretti, ejerciendo como intendente local, realizó gestiones para que importantes figuras políticas de la época prestaran atención a la necesidad de contar con agua segura en esta localidad. El historiador José A. Pedernera, en su “Historia de la ciudad de Villa María”, señala que Poretti, en 1906, “…logró que dos prestigiosos parlamentarios cordobeses, los doctores Del Barco y Vivanco, hicieran aprobar en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de Ley, según el cual se disponía que el Gobierno nacional, por medio de sus organismos técnicos, mandara practicar estudios a fin de dotar a Villa María de aguas corrientes”. Pero fue recién el 3 de agosto de 1909 cuando, la tantas veces anunciada comisión técnica llegó para realizar los estudios “…para solucionar el problema sanitario de la población. Presidía tal comisión un ingeniero González”. Pero, a pesar de ese importante paso, no se logró concretar las solicitadas instalaciones de aguas corrientes y desagües cloacales en la Villa.
Pidiendo agua de calidad
Realizados los estudios, las gestiones municipales, tanto a nivel nacional como provincial, continuaron casi sin descanso. Entre los políticos locales que se ocuparon del tema podemos mencionar a quienes por aquellos años ocuparon la jefatura de la administración municipal, tal el caso de Manuel Reyno, Bernardo Seco, Ramón V. Pérez y Vicente Martínez Mendoza. Todas estas personas realizaron gestiones, elevaron petitorios firmados por vecinos y apoyaron el tratamiento de proyectos de ley nacionales y provinciales. Iniciativas mediante las cuales se pretendía resolver el problema del agua en Villa María.
En 1927, mediante convenio firmado por el gobernador de Córdoba, Ramón J. Cárcano, y el presidente de la Nación, el radical Marcelo T. de Alvear, se terminó de dar luz verde al proyecto, para proveer de aguas corrientes y desagües cloacales a la ciudad de Villa María, que fue elaborado por Obras Sanitarias. Esa repartición nacional había concluido ese proyecto el año anterior. El decreto nacional aprobando las mencionadas actuaciones fue firmado en 1928.
Modernas instalaciones
A principios de 1927, en el mes de enero, el municipio había ofrecido el terreno de 25 hectáreas a la vera de la línea férrea que conecta con la ciudad de Río Cuarto. Allí se instalarían los pozos para extraer agua y la usina de Obras Sanitarias. En febrero de 1930 se llamó a licitación para las obras necesarias para que Villa María contara con el servicio de aguas corrientes y desagües cloacales. Las cosas se habían puesto en marcha, pero todo se detuvo con el golpe de Estado de 1930.
En el ‘31 se paralizaron los trabajos que se estaban haciendo. Ante la escasez de fondos, las tareas se fueron concretando en etapas. Entre 1931 y 1934 se realizaron los primeros ocho pozos semisurgentes, los que alcanzaban la segunda napa de agua, rindiendo entre sesenta y ochenta metros cúbicos por hora.
También se construyó el tanque que serviría de reservorio de agua y la mencionada usina para alimentar con energía eléctrica las bombas y la luminaria de las construcciones plantadas cerca del actual Corralón municipal.
Obras Sanitarias no dejó inaugurados estos dos vitales servicios para la ciudad hasta que se cumpliera con todas las obras. Así la ciudad, gracias al esfuerzo de los ciudadanos que por décadas trabajaron en pos de ese objetivo logró dar un importante paso al contar con desagües cloacales y el suministro de agua potable de calidad.
Por su parte Obras Sanitarias, en las instalaciones que erigió en la ciudad, puso a disposición de los servicios todos los adelantos científicos y tecnológicos del momento.
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