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Alumni se despidió con un gran triunfo. En la otra foto, Lucero ya mandó el frentazo desde el medio, ante la mirada de Bernay |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
Ni para Racing ni para Maipú ni “para la gilada”. Alumni jugó por Alumni, por la lealtad de sus dignos jugadores, para despejar cualquier suspicacia y enterrar fantasmas. Jugó también para despedirse del torneo con un mejor semblante y demostrarle al rival que, precisamente, “a los partidos hay que jugarlos”.
Poco importó que el 2 a 1 final, en Plaza Ocampo, se trasladó hasta la capital provincial y aportó una nueva cuota extra para la “Academia” cordobesa, que finalmente logró su pasaje a la fase final contra todos los pronósticos.
Por aquí lo relevante fue la saludable actitud de Alumni, que se levantó de un resultado adverso para terminar ganando en el último minuto, como premio al cambio de sistema que hizo el entrenador Marcelo Bonetto en el segundo tiempo y castigo hacia el DT de Maipú, Carlos Sperdutti, que sacó a los experimentados cuando más se los necesitaba y no supo contrarrestar esa modificación del rival.
Tal vez los mendocinos jamás imaginaron semejante final porque el partido les resultó favorable en el primer tiempo.
La movilidad del delantero Lucas Gamba les dio profundidad y provocó situaciones de riesgo que entusiasmaron a casi los 200 hinchas que viajaron desde la provincia cuyana.
Al equipo villamariense le costó encontrar al hábil atacante, quien de a poco se filtró por las bandas y llevó preocupación hacia el arco defendido por Carlos Ronco.
De allí que no extrañó el gol, a los 15 minutos, cuando Luis Carbajal, en contragolpe, mandó un pase milimétrico para Gamba, quien ganó en velocidad por la izquierda, pisó el área y alcanzó a definir casi con la rodilla.
Para justificar esa ventaja, luego Maipú generó dos opciones más nítidas dentro del área, primero con una media chilena de Leonardo Torres y luego con un frentazo de Emanuel Reinoso, aunque en ambas la pelota se durmió en la humanidad de Ronco.
Por entonces, de Alumni sólo se rescató la voluntad para actuar de pivot que tuvo el pibe Federico Depetris y la actitud de Walter Estrada y Matías Bolatti para pedir la pelota, pero nada más.
Otros vientos
Todo cambió en el segundo tiempo, así como de cambiante y hermoso es el fútbol.
La decisión de Bonetto fue clave: puso a Leandro Peñaloza para dejar línea de tres en el fondo y mandó a los marcadores de punta como carrileros, mientras Sperdutti trasladó a Natalichio a la mitad de la cancha y puso a un stopper más rápido (Miguel Herrera).
No obstante, Alumni se adueñó de la pelota y la toqueteó rápido con Bolatti, Estrada y, sobre todo, Alexander Lucero, quien dejó en el pasado la pesadilla que fue Gamba para robarle el protagonismo en el desequilibrio del partido.
Maipú, mientras, abrió trincheras en el fondo y se recostó en su arquero Olguín para desviar algunos disparos peligrosos. Sin embargo, a los 26 minutos, aquel toqueteo local ayudó mucho: se juntaron los volantes, la pelota viajó de pie a pie desde la mitad de la cancha, llegó hasta el fondo con un centro rasante y le dio una enorme alegría a Depetris, quien -en su segundo partido dentro de la categoría- marcó su primer gol de primera, pescando el centro por el primer palo.
El termómetro del encuentro lo marcó la tribuna, donde los hinchas de Alumni dejaron de cantar en contra de Racing para abrir los ojos ante la producción de sus jugadores, en la misma medida que los mendocinos intentaron alentar frente a un panorama que pintaba oscuro. De hecho, Lucero estuvo a punto de marcar el segundo cerca de los 30’, pero su remate se fue por encima del travesaño.
Al percibir el peligro, Sperdutti se desesperó desde el banco y, sobre los minutos finales, resolvió sacar a Hernán Medina y “Leo” Torres, quienes si bien no pasaban por un buen momento, servían para manejar los tiempos del partido.
El ingreso de Facundo Basualdo marcó otro punto de inflexión para Alumni, que no resignó a la búsqueda de la victoria.
Miedo y gol
Dicen que el miedo es el peor enemigo en el fútbol y que, cuando llega, traba piernas, provoca situaciones ridículas y destroza sueños.
Desde ayer y para siempre entenderán esa lección el arquero Olguín y el defensor Bernay porque sobre el desenlace del partido, vieron cómo un centro sin destino caía sobre sus narices y no atinaron a buscar la pelota para quedarse con la clasificación.
Pícaro, Basualdo aprovechó el regalo, entró por el segundo palo y, con un toque cruzado, anotó el gol cuando el reloj marcaba 46 minutos.
De allí en más, los hinchas de Alumni entendieron que lo mejor era terminar el torneo de esa forma, ganando con autoridad sobre uno de los candidatos, sobre todo después de una serie de derrotas. Sólo así Racing y el resto podían darse cuenta que la honestidad no se negocia.
La figura
Alexander Lucero fue fundamental para la remontada de Alumni, ya que se convirtió en el jugador punzante que la defensa de Maipú no pudo atrapar en el segundo tiempo. En Maipú lo mejor fue Lucas Gamba, pero en el primer período.
El árbitro
El rosarino Marcos Conforti no tuvo inconvenientes para sobrellevar el partido. Amonestó correctamente y no se dejó llevar por las protestas. Apenas se equivocó en un par de infracciones que sólo él pudo ver.
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