Una nueva denuncia por abuso de autoridad y violencia policial quedó radicada en la Justicia villamariense, esta vez formulada por una joven ama de casa, como consecuencia de la brutal agresión física que sufrieron sus hijos en una confitería bailable y en la Subcomisaría de Arroyo Cabral.
Adriana Vásquez, DNI 22672569 y con domicilio en Piedras 2753, barrio San Juan Bautista, se presentó en la Fiscalía de Instrucción del Primer Turno para formalizar la grave acusación en contra de cuatro efectivos policiales cabralenses y al menos dos custodios del “boliche” de aquella localidad, a quienes responsabilizó por la golpiza que padecieron sus hijos Pablo y Daniel, de 16 y 19 años, respectivamente, durante la madrugada del sábado pasado.
Visiblemente indignada, pero al mismo tiempo conmovida hasta las lágrimas por lo que le sucedió a ambos jóvenes, Vásquez decidió hacer pública la grave denuncia “porque -dijo- no tienen derecho (los policías) de hacer lo que hicieron... no lo puedo aceptar”.
“Yo jamás les pegué para educarlos, y que se ensañen con ellos de esta manera me indigna, me duele, no lo puedo aceptar... no hay derecho, no tienen derecho”, comentó angustiada y entre sollozos la atribulada mujer.
@“Pensé que me mataban, mamá”
En un pasaje de su estremecedor relato, Adriana contó que su hijo mayor le confesó... “pensé que me mataban, mamá”, y que un policía “le apretó el cuello hasta casi desvanecerlo, para luego, ya en el suelo, golpearlo a patadas; fue ahí cuando le dijeron que no le iban a quedar ganas de volver a Cabral”.
Luego de formular la denuncia en la dependencia judicial a cargo del fiscal Félix Martínez, Secretaría de Susana Puente, la mujer concurrió a la Redacción de EL DIARIO “para que todo esto se sepa y quienes hicieron eso paguen su culpa”.
“No tengo ningún problema en dar la cara y contar lo que pasó, porque (los policías agresores) no tienen derecho de hacer lo que hicieron”, enfatizó la mamá de ambos muchachos. Y agregó: “Cómo será la angustia y el dolor que tengo en el corazón, que el fin de semana me lloré todo y el sábado a la noche dormí con Pablo a mi lado porque tenía mucho miedo por él... no quería que saliera ni que le pasara nada”.
@Paso a paso...
En su extenso y pormenorizado relato, similar a lo que declaró ante la Justicia al momento de formular la denuncia, Vásquez contó cómo se sucedieron los hechos que derivaron en la feroz golpiza que sufrieron Daniel y Pablo, aunque por razones de espacio en esta nota sólo se publicarán los aspectos centrales.
- “Ellos fueron a Arroyo Cabral el viernes por la noche. El más chico fue al baño, y cuando salió, lo manotearon dos tipos de seguridad, que lo acusaban de haber roto un inodoro y una puerta, cosa que él no hizo. Eran como las 5 y media de la madrugada.”
- “Daniel estaba en la pista y alcanzó a ver que se llevaban a Pablo. Se acercó y cuando preguntó qué pasaba, que era su hermano y que no le pegaran, le dijeron ‘para vos también hay’, y comenzaron a golpearlo. En eso apagaron las luces de la confitería, hasta que los sacaron a la calle.”
- “Afuera se los entregaron a dos policías que estaban de servicio adicional, quienes también los golpearon a trompadas, patadas y les tiraron de los pelos. Varias personas vieron todo lo sucedido, tanto dentro como fuera de la confitería.”
@Feroz golpiza
- “Los llevaron a la rastra hasta la dependencia (la Subcomisaría), que está muy cerca. Ahí se sumaron otros dos policías y los volvieron a golpear. Pablo llegó a vomitar por la gran paliza que le estaban dando. A Daniel le rompieron la nariz y le pisaron la cabeza y los dos tienen golpes en los riñones.”
- “Pablo pidió que lo dejaran llamarme, pero no se lo permitieron. Yo me enteré por un amigo que vio todo lo que pasó hasta que se los llevaron detenidos.”
- “En la Subcomisaría le exigieron a Pablo que firmara un papel, mientras les pegaban a él y a Daniel, pero se ensañaban más con el más grande, y le decían que si no firmaba su hermano la iba a pasar peor.”
- “Eran constantes las patadas que les dieron en el suelo. Después los pasaron al calabozo, pero igual los siguieron golpeando.”
- “Cuando llamé a la Policía de Cabral, me dijeron que no fuera porque ya salían para Villa María. De todos modos me fui con mi pareja hasta allá y llegamos a eso de las 6 y media. En la Policía no me los dejaron ver y tuve que esperar que los sacaran y los subieran al patrullero para cruzar dos palabras con ellos. Ahí pude ver bien el estado en que se encontraban: el más grande salió humillado... tenía toda la camisa (blanca y beige a cuadros) llena de sangre y rasgada en la espalda, con marcas de huellas de borceguíes, y Pablo con manchas de sangre en el pantalón, la campera y las zapatillas.”
- “Pablo pudo contarme que los habían golpeado mal. En voz baja, Daniel alcanzó a decirme ‘pensé que me mataban, mamá’. Me dijo que un policía le apretó el cuello hasta casi desvanecerlo y después, cuando ya estaba en el suelo, lo patearon... fue ahí cuando le dijeron que no le iban a quedar ganas de volver a Cabral.”
- “A eso de las 7 los trajeron a Villa María, pero a Pablo me lo entregaron recién como a las 10 de la mañana y me dijeron que Daniel iba a quedar detenido hasta el miércoles (hoy). Horas después hablé con el comisario Fernando Gaido, que trabaja en Arroyo Cabral, pero estaba acá, y le dije que no iba a levantar cargos contra la Policía si me entregaba a Daniel... en menos de 10 minutos tuve a mi hijo al lado mío.”
- “Me fui de la Policía con los dos chicos a eso de las 13.30 del sábado.”
@Dos certificados y la camisa rota
Al radicar la denuncia en el Palacio de Justicia local, Adriana acompañó los certificados médicos expedidos por el Dr. Juan Manuel Rovira (revisó a ambos jóvenes el sábado por la tarde en su consultorio particular), quien certificó que Pablo presentaba “escoriaciones diversas en rostro, cara anterior y posterior del tórax y dolor a nivel del riñón izquierdo”, y Daniel “lesiones diversas de tipo hematomas, abrasiones (raspaduras) y escoriaciones”.
También entregó en la Fiscalía la camisa de Daniel, que se encuentra rasgada en el medio de la espalda y con las marcas de pisadas de borceguíes, además de estar ensangrentada en la parte delantera.
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