Una nueva denuncia contra el accionar de la Policía local formuló en los Tribunales de Villa María una mujer domiciliada en barrio Centro Norte. En este caso, por lo que la propia vecina definió como "un permanente hostigamiento y persecución contra mi hijo y dos de sus amigos".
Luego de exponer la situación en la Fiscalía de Instrucción del Primer Turno, Silvia Alejandra Villafañe (DNI 20804630) se presentó en la Redacción de EL DIARIO para hacer público su enojo e indignación "porque -dijo- estoy cansada de que los paren a cada rato para identificarlos cuando andan por el centro, como si se tratara de delincuentes".
"No son chicos que se dediquen a robar... cada uno tiene su trabajo y lo que se compran lo hacen con el dinero que se ganan tra-ba-jan-do", enfatizó la mamá de Marcos Ezequiel Ríos, de 20 años, uno de los muchachos en cuestión.
La mujer, junto a su hijo y los amigos de éste, Darío Daniel Montenegro, de 19 años (afincado en La Rioja al 500) y Leandro Carlos Pereyra, de 18 (con domicilio en barrio San Nicolás), aclaró puntualmente que "ninguno tiene antecedentes, ni penales ni policiales", y precisó que en lo que va del año "a Marcos y a Leandro los detuvieron tres veces, supuestamente por merodeo".

@ "Como si fueran delincuentes"

"Me cansé de quedarme callada; cada vez que van al centro los paran para identificarlos como si se tratara de delincuentes, les piden el documento, de dónde vienen, a dónde van, qué están haciendo, de quién es la moto, cómo compraron los celulares... y les hacen pasar vergüenza adelante de toda la gente", expresó Silvia con indignación en las palabras.
Pese a la reiteración de estos hechos, Villafañe se dio tiempo para ironizar que "los llevan por portación de cara, porque tienen la piel oscura o porque usan gorritas y aros en las orejas o las cejas, o simplemente porque no les gusta el corte de pelo que tienen".
"Mi hijo trabaja honestamente en la Fábrica Militar de Pólvoras", resaltó la mujer al dialogar con un periodista de este matutino. A su turno, Darío relató que se gana la vida limpiando vidrios de coches y, "cuando hay laburo -dijo-, trabajo como plomero y gasista" con un instalador matriculado, mientras que Leandro cumple funciones en la empresa de recolección de residuos "Medio Ambiente".

@ Avergonzados

"Nos hacen pasar vergüenza y quedamos mal mirados, porque la gente piensa cualquier cosa cuando nos paran porque sí", coincidieron los tres jóvenes, quienes dijeron haber perdido la cuenta de la cantidad de veces que fueron interceptados en la vía pública por efectivos de la Guardia Urbana o del Comando de Acción Preventiva para ser identificados.
"Esto ya es una persecución policial permanente", enfatizaron.
Silvia sostuvo que se decidió a formular la denuncia judicial y recurrir a la prensa luego de la tercera detención que sufrieron Marcos, Darío y Leandro el lunes pasado a las 6 de la tarde y en pleno centro de la ciudad.
En un pormenorizado relato de los hechos, los muchachos explicaron que habían ido a una óptica ubicada en calle Corrientes (Marcos cumplía un encargo de su madre por unos lentes para su hermano menor) y que cuando salieron para ir en busca de la moto en la que llegaron, fueron interceptados por dos policías de los muchos policías que a diario patrullan el centro a pie.

@ Buen trato, pero "marchen presos"

"Esta vez los trataron más que bien", admitió Silvia, al tiempo que los chicos precisaron que no los golpearon ni maltrataron y tampoco fueron insultados. Sin embargo, luego de identificarlos y de interrogarlos sobre qué estaban haciendo y otras cuestiones, los trasladaron hasta la Comisaría de Distrito ("por suerte no nos esposaron", añadieron los denunciantes), donde les iniciaron actuaciones contravencionales por presunto "merodeo".
Enterada de la detención de su hijo, Villafañe dio aviso a las madres de los otros muchachos y luego fue hasta la sede policial, aunque no logró que Marcos y sus amigos recuperaran la libertad el mismo lunes.
Los tres chicos pasaron la noche en un calabozo junto a una veintena de detenidos y dejaron la Comisaría de calle San Juan el martes al mediodía, no sin antes ser legalmente identificados ("nos pintaron los dedos", graficaron).
"Apenas llegamos, nos llevaron a una piecita, nos hicieron levantar la remera, bajarnos los pantalones y hasta los calzoncillos para revisar si teníamos algo oculto", relataron los tres jóvenes.

@ Sobre llovido...

Un día después de haber recuperado la libertad, Marcos, Darío y Leandro, esta vez junto a un cuarto amigo, volvieron a ser interceptados por dos policías -un hombre y una mujer- en el Paseo de la Villa.
A eso de las 17.30, los uniformados les pidieron los documentos y luego siguieron las clásicas preguntas de rigor. Pero lo sorprendente del caso es que cuando uno de los muchachos les preguntaron por qué los habían parado, los uniformados hicieron referencia a las gorritas y los aritos que llevaban, y luego les dijeron: "Tienen que estar presentables para la Justicia" (sic).
"Ya me da risa que me paren, me da lo mismo", ironizó Marcos previo a contar que hace unos 20 días él, Darío y un primo de éste fueron seguidos por personal de la Patrulla Motorizada (también una pareja) desde la firma Rosetti hasta la escuela José Ingenieros.
"Nos pararon en el estacionamiento de motos, nos pidieron documentos, los papeles de la moto, el carné y todo lo demás, y después nos pusieron contra las rejas y nos revisaron de arriba a abajo; por suerte esa vez no nos llevaron detenidos", concluyó el hijo de Silvia.