@ La esperanza cumple siete años
Sr. director:
Me tomo el atrevimiento de ocupar este espacio en el diario para agradecer a todas aquellas empresas, sindicatos, pequeños comercios, amigos, compañeros y docentes del Inescer, a los estudiantes y autoridades de la Universidad Nacional de Villa María, al pequeño grupo de funcionarios, a los medios gráficos de la ciudad (en particular a EL DIARIO) familiares y vecinos que a lo largo de estos siete años colaboraron con el comedor "Un Rayito de Esperanza", del Bº Las Playas.
Muchos conocen del trabajo realizado en el transcurso de este tiempo, muchos han sido los niños que transitaron por este centro comunitario, algunos de ellos son adolescentes y jóvenes que se encuentran terminando sus estudios secundarios, otros ya son trabajadores honestos y dignos; parte ha sido por su voluntad de superar su situación anterior, otra parte ha tenido que ver con nuestro convencimiento de que el trabajo con ellos desde niños era posible, pero teníamos que comprometernos y aportar desde nuestro lugar todo lo que estuviera a nuestro alcance.
Muchos expertos sociales cuestionan duramente la asistencia y el manejo clientelar que con ella se hace, en aquellos duros años en que se inició el comedor fuimos los que dimos una respuesta inmediata a la desnutrición y al problema de bajo peso que padecían nuestros niños. Hoy superamos esa etapa y somos un centro de contención, cultural y de recreación.
Como profesional abordamos voluntariamente -ya que no tenemos subsidios gubernamentales y ninguna de las personas que colaboramos todos los días cobramos sueldo alguno- situaciones sumamente conflictivas pasando por el trabajo infantil (en el Mercado de Abasto, la elaboración de ladrillos, los limpiavidrios, etcétera), la violencia doméstica, la discriminación debido a las diferentes nacionalidades de los niños o la de sus padres, la pobreza estructural de las familias (falta de viviendas, desempleo o empleo informal) o los desmembramientos de ellas que dejan niños sin protección. Son inagotables las situaciones de abandono, soledad y angustia que padecen estos pequeños, pero es más increíble advertir cómo se reponen cada día (algunos teóricos lo llaman resiliencia), cómo disfrutan de participar de una pequeña murga que les pertenece y los identifica, presentándose en los eventos que el resto de las instituciones realizan.
La magia de la infancia me impacta el alma, no podría jamás desoír su voz que aún siendo pequeña tiene tanta fuerza y tanto poder, porque como alguna vez me enseñó una docente, ellos tienen el poder de seguir creciendo y es nuestro deber protegerlos.
Creo en el respeto por los otros, principalmente si son niños. He hecho de mi vida un culto a mis convicciones, creo en la militancia social, que se ha transformado en mi bandera, creo en "mis chicos" humildes, que serán dirigentes, docentes, mamás y papás, pero fundamentalmente ciudadanos comprometidos con los otros.
Atrevidamente tomé los dichos del profesor Toscano para concluir mi nota de agradecimiento invitando a todos a reflexionar: ¿cómo responde la sociedad en el marco de su responsabilidad colectiva, frente a los niños/as y jóvenes abandonados a su suerte, víctimas de un contexto social que los expulsa y margina?
Son víctimas de la negación de sus derechos, excluidos de derechos ciudadanos mínimos, que comienzan por el hambre, siguen por diversos aspectos de sus vidas, al punto de que se niega su existencia como personas.
Cuando no se establecen las condiciones de inclusión social, los sueños, los deseos y los juegos se pierden, provocando situaciones de frustración, de desamparo, de hostilidad y de violencia. Cuando los niños/as pierden la oportunidad de soñar, de desear, de jugar, de estudiar, de tener una familia, de comer todos los días, se produce en ellos desazón, engaño... una violencia social sin parangones.
A todos nuestros colaboradores gracias y siéntanse parte de nuestro festejo...
Feliz Cumpleaños
Liliana Costabello
DNI 22384128
Otras notas de la seccion Opiniones
Escriben los lectores
Escriben los lectores
Una historia, entre tantas
Los lectores también escriben
Lamentable
|