Escribe: Jesús Chirino Cuando hablamos de los aborígenes de nuestra zona suele escucharse, y leerse, sobre "indios mansos" o "sumisos" que supieron ver las virtudes del progreso y la racionalidad que llegaba desde la cultura europea. Pocas veces se presta atención a los mecanismos que se pusieron en marcha para, luego de los fusiles y el trabajo esclavo, hacer que casi desaparecieran de la escena social. En esta oportunidad nos asomaremos a ver cómo eran considerados los aborígenes en las páginas de un diario que se leía en Villa María en el Siglo XIX, encontraremos allí la expresión de un ideario que estaba bastante extendido en la sociedad de aquella época. @El Interior Recién habían transcurrido 17 años de la llegada del ferrocarril y el nacimiento de Villa María. Era el año 1884 y en la ciudad de Córdoba se editaba el diario "El Interior", entonces dirigido por Ramón J. Cárcano y José del Viso. La publicación, cuya subscripción mensual costaba 1,44 peso nacional, se leía en esta localidad. Algunos de los números de esa publicación se conservan en el Archivo Histórico de la provincia, en sus páginas pueden leerse las noticias de entonces: la rivalidad de Villa María con Villa Nueva, el accionar de los delincuentes en una u otra población, el nombramiento de agentes del Estado en la región, etcétera. "El Interior" también publicaba noticias de diferentes lugares del país y del mundo. Aquí le prestaremos especial atención a la información referida a los "indios" en la que se reflejaba el lugar que entonces, y por muchos años, se le adjudicaba a los pueblos originarios de América en el imaginario social. @Matando indios En las ediciones del mes de mayo de 1884 encontramos la reproducción de los partes militares que informan de las acciones del Ejército en distintos puntos del territorio nacional. Si bien ya se había producido la gran matanza de aborígenes conocida como "Campaña del Desierto", aún se continuaba con la captura y la muerte de aborígenes en diferentes lugares del país. En 1884, por ejemplo, El Interior informaba que el coronel Fotheringhan daba cuenta de la captura de "cuatro indios de pelea y 25 de chusma" en el territorio del Chaco. Días antes republicó el parte del Estado Mayor del Ejército, con la firma del coronel Joaquín Viejobueno, haciendo saber que en Salta se mataron "40 indios y heridos (sic) como 70, quitándole todo el arreo y el sometimiento de aquellos en número de 1.500 aproximadamente…". A la par de estas noticias aparece en el diario información acerca del paso de trenes cargados con inmigrantes venidos de Europa para "hacer progresar estas tierras". Era muy notable el contraste entre el tratamiento periodístico que se otorgaba a unos y otros grupos humanos. De alguna manera se reflejaba una jerarquización entre los mismos. Lo europeo simbolizaba la civilización, la racionalidad y un ideal de humanidad. En las páginas del diario las únicas inquietudes que se observan en relación a los inmigrantes europeos son el posible "desenfreno político" o "ambición individual" que pudieran traer esos trabajadores. Cárcano, director del diario, representante de la clase dominante, era portador de la ideología liberal imperante que incidía de manera decisiva en la construcción de un imaginario social que seguía relegando al aborigen. Esa visión del mundo era la expresada en la publicación periodística. @Sumisión valiente En una columna central se decía: "Países democráticos como el nuestro en que todos ejercen amplios derechos políticos y todos pueden respirar la atmósfera de la vida pública…". Es claro que en aquellos años, aún sin la ley de voto universal, los aborígenes no gozaban del estatus que enunciaba el cronista, es más en otro artículo se informa que el cacique Mariplan Montero y cinco capitanejos se entregaron al general Winter. Se escribió que éste era "un cacique valiente y el que más se oponía a la sumisión, la que hoy sí ha efectuado". Ese "indio" había hecho lo que "debía hacer", según el ideario que imperaba en las clases dominantes, es decir someterse y "acogerse al amparo de las fuerzas nacionales". @Zoológico humano Es más, en la edición de "El Interior" del sábado 1 de marzo de 1884, quizás traído desde Córdoba por el tren que entonces demoraba cinco horas para llegar a nuestra ciudad, los villamarienses habrán leído la nota titulada "Tehuelches en París". En esa columna se informaba que estaba llegando a nuestras costas nacionales, transportado por el vapor "Paraná", un representante del "Jardín de Aclimatación de París, en busca de una colección de indios tehuelches auténticos para exhibirlos en París, Londres, Berlín, Bruselas, como hasta hace poco hizo lo mismo con los Pieles Rojas la sociedad etnográfica de París". El entusiasmado periodista resaltaba el gran desarrollo que esta "industria" había alcanzado en Europa, como prueba mencionaba las 42 mil entradas que el público había comprado el primer día "de la exhibición de los Pieles Rojas". La idea de generar un espectáculo zoológico donde se mostrara a integrantes de aquellos pueblos que resultaban exóticos para los europeos fue una idea surgida en la década de 1870 en diferentes países de ese continente. En 1874, en Alemania, el revendedor de animales salvajes Karl Hagenbeck exhibió poblaciones "puramente naturales" con individuos de Samoa y de Laponia. En 1877, Geoffroy de Saint- Hilaire, director del Jardín de Aclimatación de Francia que estaba con problemas financieros decidió iniciar los "espectáculos etnológicos" presentando nubios y esquimales. Luego este tipo de exhibiciones se continuaron por años, incluso tomando diferentes modalidades continuaron recorriendo el territorio europeo e incluso americano, hasta las puertas de los años 30 del Siglo XX. Sin lugar a dudas que esta era una manera de mostrar al "extraño", proveniente de un pueblo conquistado, como "otro" escenificado y enjaulado. Se articulaban allí la teorización científica de la jerarquía de las razas, un imaginario social del "otro" y la jerarquización de los hombres dentro de la construcción imperial. El zoológico permitía animalizar a los dueños de las tierras conquistadas, ponerlos al límite de la humanidad, cuando no fuera de ella, como manera de legitimar la brutalidad con la que históricamente se les trataba, y en algunos lugares se les trata en el presente. En Argentina esto adquiría ribetes particulares, si no se hubiera considerado al límite o fuera de la humanidad al aborigen, difícilmente se podrían haber construido esas imágenes de hombres racionales y magnánimos adjudicadas a quienes recorrieron el país esclavizando y matando negros y aborígenes. De no haberse naturalizado aquella jerarquización de los pueblos y los hombres divididos en "razas", el general Julio Argentino Roca no nos miraría desde los billetes de cien pesos.
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