“En realidad, el Estado, no se ha preocupado mucho por contener al consumidor, ya sea al consumidor esporádico o al enfermo. El Estado, en su política, condena el consumo de algunas sustancias y de otras no. Por ejemplo, el cigarrillo es una sustancia adictiva; el alcohol, también, que causa, muchas veces, más daño a la población que quizá otras sustancias. Por ejemplo, una persona que va alcoholizada conduciendo su vehículo, puede traer muchos trastornos a la sociedad. Pero así está instrumentada la política legislativa es el país. Entonces, cuando el legislador sanciona la ley de drogas, señala distintas calidades de tenencias, ya sea tenencia simple, que no se sabe para qué, y tenencia para consumo. Ambas están penalizadas. En el caso de la droga, la Justicia, lo que protege, el bien jurídico que protege, es la salud pública. En cuanto al problema social y emocional que supone la droga y si existe una red social de contención para el adicto, es una pregunta que quizá debería hacérsele a un psicólogo, a un pedagogo o a un terapeuta y no a la Justicia, que es la encargada de aplicar la ley. Por un lado, el Estado mediante los legisladores sanciona las normas y, en este caso, dice qué sustancias están prohibidas y cuáles no; y por otro lado, el mismo Estado a través del Poder Judicial hace cumplir esas normas. Ahora, una vez que nos llega un caso que no puede tener una cobertura médica y profesional para tratar el problema del consumo o adicción, ahí recién nosotros tenemos que conseguirle la cobertura. Pero antes que nos llegue el caso, en realidad es un problema de la propia persona que está involucrada en la cuestión. Nosotros tenemos que aplicar la ley. Habría que preguntarle a los legisladores si pueden cambiar la norma. Porque ellos ven la realidad social y adecuan la norma a esa realidad. Esta ley de estupefacientes es de 1989; tiene 20 años. Mantener una norma durante 20 años habla de que el legislador no se está ocupando de la realidad. Las normas deben revisarse permanentemente y esa es una tarea del legislador. Ahí es donde quizá se esté fallando. Para eso tenemos un Congreso de la Nación y allí es donde debería, realmente, darse la discusión.”