El ensayo que Alumni tuvo ayer en Plaza Ocampo dejó algunos aspectos por resaltar y otros por corregir, como toda prueba de pretemporada, y llamativamente terminó con un triunfo como los dos primeros que disputó: 1 a 0 con gol de Víctor Rena (de penal), esta vez contra Estudiantes de Río Cuarto.
El partido, que no tuvo el nivel esperado ni contó con cierto brillo para sacarse el sombrero, fue casi dominio absoluto del conjunto villamariense, que demostró -en el juego y el ritmo- por qué juega una categoría arriba del rival de turno, aunque los dos equipos tuvieron que sufrir el paupérrimo estado que tiene el piso de Plaza Ocampo, donde la pelota muchas veces corre para el lado que lo indique una mota de pasto.
Pero parece que, más allá de las refacciones que se realizan en el resto del estadio, el campo no tendrá modificaciones positivas para lo que viene y, por lo tanto, habrá que aceptar al equipo como venga o pueda desenvolverse.
Por lo pronto, a simple vista, la formación dirigida por Mauricio Magistretti pareció más segura en defensa, en comparación con el duelo contra Racing de Córdoba, más allá de la calidad individual de los rivales. Y esto no tanto por el cambio de nombres que realizó el técnico mendocino en la zaga central (esta vez ingresó Nahuel Caler en lugar de Leandro Peñaloza) o en la zona media del campo (donde retornó Fernando Guzmán), sino porque los movimientos fueron mejor coordinados a la hora de los cierres y también porque José Figueroa, el lungo que llegó como refuerzo, exhibió más sus dotes de central expeditivo, que gana en el cuerpo a cuerpo y no se complica.
No obstante, la mayor variante que se dio en favor del conjunto villamariense se dio en el dibujo táctico que probó Magistretti en el segundo tiempo, algo necesario por la forma en la que se cerró Estudiantes en el fondo.
Es que, en principio, el técnico puso el habitual mediocampo con doble cinco y dos volantes laterales, pero el equipo careció de conexión entre esa zona y los atacantes, lo que provocaba el retroceso constante de Emiliano Pérez para encontrarse con la pelota, dejando casi en soledad a Víctor Rena.
Así, en materia de posibilidades de gol, en esa etapa lo más claro llegó con pelotazo largo que peinó Rena para Pérez, hasta que éste sacó un remate cruzado que tuvo el control sin problemas del arquero Mancinelli.

@ Otra cosa

En el segundo tiempo todo fue diferente: el ingreso de un delantero (Alexander Lucero) por un volante (Lucas Molina) aportó una cuota necesaria para darle explosión al ataque.
Lucero jugó casi suelto y resultó clave para perforar a la defensa, en base a velocidad y habilidad.
Precisamente, el ex Juventud de San Luis desató la situación que derivó en el gol, cuando se escapó por derecha y fue derribado en el área por Miguel Carrizo. El penal cobrado por Damián Fernández fue ejecutado con tranquilidad por Rena, quien definió al palo izquierdo del arquero.
En lo demás, Alumni trató de mostrarse ordenado, con protagonismo seguido de los dos volantes centrales, Guzmán y Quiroga (éste muy bien en el quite y a veces flojo en las cesiones), y solvencia en el arco, donde Julio Chiarini empezó a ganarse los primeros aplausos de la tribuna.
Precisamente, el arquero evitó que la acción más peligrosa de Estudiantes terminara en gol, ya que desvió un tiro libre alejado y potente y, en el rebote, también tapó el mano a mano con el delantero que llegaba.
Más allá de todo, se evidencia que Alumni todavía está en vías de ser un buen equipo. Le falta balancear su poderío, ya que por momentos, en su afán de buscar el orden, se olvida de pensar en el arco contrario, aunque el cambio táctico que efectuó Magistretti, en el arranque del segundo tiempo, muestra que -en ciertos partidos- puede encontrar una solución en el banco. Y eso, en el torneo anterior, no tenía el mismo efecto.