|
|
|
|
|
|
|
El artista deleitó a la platea que ocupó menos de la mitad de la sala |
|
|
|
|
|
A propósito del título del último álbum del músico y compositor santiagueño, Peteco “pinta su aldea” en medio de la inconmensurable constelación de la “aldea global”.
Es uno de esas figuras trascendentales que potencian el verdadero compromiso ético y estético con la música popular: beber de todas las fuentes sonoras posibles sin perder la propia identidad, el sello de la singularidad histórica sin la necesidad de aferrarse al lastre telúrico y universalizando los sabores, amores y dolores cotidianos de su lugar en el mundo a través de las letras y la inconfundible tonada.
Peteco, que se mostró dicharachero y de buen ánimo, no pierde autenticidad cuando reversiona en plan de chacarera con cortes rockeros a Serrat en “Mediterráneo”, en honor al pasado marítimo de Santiago del Estero. O musicaliza a Homero Manzi, con aires tangueros, en su poema “Añatuya”. Tampoco trastorna su coherencia interpretativa al momento de releer “Sebastián” de Rubén Blades, ese realismo mágico de un pobre joven latino momentos después de regalar la monumental “Milonga de peón de campo” de Yupanqui. Lo mismo sucede con “Los libros de la buena memoria” de Spinetta.
El músico, acompañado de una ajustada banda integrada por su hijo Demi en batería, va tejiendo alianzas entre aparentes mundos distantes y entre referentes estelares. Y a todos ellos los empapa de chacareras propias y ajenas: “Vida” de Demi y Mitre o “Chacarera del Tucu” de los hermanos Dávalos, que le sirviera para desmitificar, un poco en broma y un poco en serio, la antigua rivalidad entre santiagueños y tucumanos.
Emblema y prodigio de familia musical, comenzó su primer tramo, violín al hombro con “Padre de mi corazón”, dedicado al gran Carlos Carabajal, luego alzó banderas por los hacheros en “Perdón”. Respecto al asunto de las canciones de amor, indicó: “Siempre nos dicen que no le cantamos a las mujeres. En el último disco hicimos muchas para ellas. También reivindicamos al hombre en la familia. Además, cuando uno le canta a la tierra propia le canta al amor”. Una vez más, el artista hace propia la universalización de los conceptos.
Juan Ramón Seia
Otras notas de la seccion Culturales
Analía Rosso mostrará sus cuadros en el Favio
Inscriben en escuela de modelos
Un humor sin red
"Hago bailar cuarteto a americanos y extranjeros en mis clases de Nueva York"
El PEUAM obtuvo un premio en Ausonia
|