Escribe: NET
¿Cómo hablar de ideales en un mundo donde lo que no se vende, se negocia?
¿Cómo definir la revolución en un país que en muchas oportunidades mezcla el “che” con el usted hasta convertirlo en “cheted”
o en “usche”.
¿Cómo usar la palabra patriota sin encontrar demasiados ejemplos de servicio a la Patria?
¿Cómo sacudir la palabra igualdad, en una sociedad que ha dejado a millones de personas en la marginación?
¿Cómo levantar bien alto la Bandera de la Libertad, entre tantos seres esclavizados por el sistema?
¿Cómo decirle al gran pueblo argentino Salud, entre tantas patologías dando vueltas?
Fueron todas las preguntas que nos rondaron en esta semana de mayo, entre acto y acto, entre la campaña, la campiña y las campanadas del “Reloj del bicentenario”.
Podríamos hablar en esta columna, de los ideales de mayo, del Cabildo Abierto, del histórico 25. Pero, a casi doscientos años de esta sentida fecha, no podemos dejar de mirar el espejo de este Siglo XXI, con tantas deudas impagas y tantos ideales sepultados.
En las puertas de un cabildo.com (producto del avance tecnológico) está un pueblo sin paraguas (no tiene ni para el pucho) preguntándose todavía “de qué se trata”.
Entre sumatorias y divisorias, entre testimoniales y ceremoniales, entre saltamontes y saltimbanquis, está un pueblo peleando cada día por un pedazo de dignidad y para que el sol del 25, del 26, del 27 siga asomando y les permita llegar a fin de mes sin congelarse.
Entre candidatos y sin datos, entre pecadores y pescadores, entre tordos y sordos, está un pueblo reclamando igualdad de oportunidades, respeto, un lugar en el mundo.
Entre discursos floridos y ursos coloridos, entre sonrisas retocadas y estocadas a la risa, entre cordones cuneta y cunetas sin cordones, entre aeropuertos, puertos y entuertos, está un pueblo desafiando la pobreza, el paco, el dengue y hasta la gripe porcina.
Entre traiciones y lealtades, amigos y enemigos, poderosos y desprotegidos, acomodados y desordenados, constituyentes y destituyentes, moderados y acelerados, está un pueblo que sueña con un país sin extremos. Con un país más justo, con dirigentes más comprometidos.
Sí... podríamos hablar de los ideales de mayo.
Pero ¿cómo hacerlo sin preguntarnos dónde quedaron?
¿En qué empedrado de un barrio pobre se esfumaron los sueños?
¿En que momento, los taitas nos dejaron con el funyi marrón en la mano llorando por la esperanza que se fue detrás de los que te arrebatan el corazón?
Sí, podríamos hablar de los ideales de mayo. Pero ¿cómo hacerlo sin pensar en la miseria, la inmoralidad de algunos que ostentan el poder y el dolor de los que tienen que cruzar los brazos cuando el hambre viene?
Sí... podríamos hablar de los ideales de mayo...
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