La estancia La Berta de Ballesteros volvió a ser sede de una jornada exitosa que ayudó a olvidar la del miércoles frío y con viento agresivo.
Los asistentes marcaron la buena de a cientos en los accesos cuando el sol comenzaba a entibiar el predio. Las banderas apenas se agitaban.
Todo dispuesto para un día de interés, como lo denominan los expositores, puesto que es cuando llega el potencial cliente, descarga su curiosidad, se sienta en los stand a preguntar y se agacha en cada herramienta. Esto fue lo que se vio ayer, ayudado en el marco numeroso de alumnos de colegios (Agrotécnicos y hasta de Gestión) que llegaron tanto de la región como de diferentes puntos de la provincia de Córdoba, además de Santa Fe y Buenos Aires.

@La carpa más local

Además del incesante peregrinar por las calles de la muestra, la carpa de Ballesteros aparece con una importante superficie en sector privilegiado de la exposición estática, exhibiendo productos elaborados en esa localidad, de donde se destacó, según como se orientó el público, la tabla de salames y quesos. Claro está, es un convincente “llamador”.

@Para sorprenderse

El stand de aviones, a pesar de las demostraciones que harían más tarde, fue de los más visitados (ver página 17).
Los estudiantes, a la hora del almuerzo y posterior al mismo, se acomodaron en diferentes espacios para el sandwich. Uno de los lugares elegidos fue el playón frente al escenario del Gobierno de Córdoba, donde más tarde hubo espectáculos, entre ellos el “hiphopero” Maxi.
Por el amplio stand del INTA pasó gran número de personas. Es que vale la pena. Ya que además de los procesos de producción convencionales, aparecen los alternativos, la huerta familiar y uno integrador: se trata de cajones dispuestos a la altura de una mesa casi, para que una persona en silla de ruedas pueda llevar adelante su producción, con riego artificial por goteo realizado con material reciclable. Qué tal.