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La campaña entró en pista barrosa. Las estructuras de Gobierno van cabeza a cabeza en materia de anuncios, publicidades costosas, letreros por metro y reparto de elementos. La oposición, con menos recursos, batalla por diversos lugares llevando la palabra y sus críticas al poder. Los vecinos reciben azorados visitas de todo tipo, algunos desconocidos consuetudinarios. El peronismo se pelea en todo terreno pero siguen cantando “todos unidos triunfaremos”. Las mentiras se disfrazan de verdades. Es la campaña. Otra vez sopa...
"A veces siento que me tratan como si fuera una bolsa de huesos, piel y órganos sin cerebro y sabés... me da bronca y pena. Pena por ellos.”
La frase la dijo un remisero refiriéndose a la campaña electoral. Ellos, llamó a los políticos.
El trabajador, digno ciudadano con algunas décadas vividas, movió la cabeza y le comentó a la pasajera: “Mienten como si uno no tuviera memoria o fuera demente senil”. Después de este concepto enumeró una serie de elementos relacionados con los que hoy están en una vereda, mañana en otra. O dicen una cosa hoy y mañana otra totalmente opuesta. Te anuncian lo que ya prometieron y cientos de etcétera.
Es la campaña. Casi un dogma (palabra que le gusta a un amigo radical). Pareciera que así debe ser. Que es su principio básico e innegable. Mentirosa, cara, rimbombante y plagada de cruces entre adversarios.
A trece días de las elecciones, con toda su osadía y osamenta entró de lleno a la pista barrosa. Como corresponde por su historia. Y empezó a sacar de sus veloces pies: anuncios millonarios, mientras más ceros mejor (para rebajar hay tiempo), publicidades de alto precios, letreros por metro y reparto de todo tipo de elementos.
“Los bolsones de antes eran un diez por ciento de los que vienen ahora. Deberíamos tener elecciones todos los meses”, precisó un jubilado saliendo de un centro con su paquete de mercadería.
Es la campaña. Las mentiras se disfrazan de verdades y el olvido es la consigna. “Apelemos a la desmemoria de los demás y a las nuestras”, es la clave de muchos candidatos que deambulan bajo el firmamento de junio acusando a los otros de pecados que ellos también cometieron.
Los peronistas utilizan su historia, su garra y sus fuerzas para pelearse a viva voz y en todo terreno. En la pista y en las tribunas mientras cantan “todos unidos triunfaremos”.
La oposición, con menos fondos, se pasea de la sala al comedor y por los barrios llevando la palabra (su mayor recurso) y sus críticas al poder. Los vecinos reciben visitas de todo tipo, algunos desconocidos consuetudinarios.
Toman mate, chocolate y otras bebidas. Tienen almuerzos, meriendas y algunas cenas. Almacenan promesas, colchones y hasta plantas.
La miran de afuera, con la ñata contra el vidrio, mientras esperan soluciones.
Paciencia. Es la campaña.
Otra vez, sopa.
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