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Denis, en un momento de su recital en la sala de avenida Yrigoyen |
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El actor inglés Hugh Grant encarna en el filme "Letra y música" a un cantante venido a menos que intenta volver al ruedo rescatando sus viejos éxitos sin perder aquella mística juvenil.
Parte de esa estrategia profesional se distingue en la performance actual de Sergio Denis, con sus clásicos tics (constante retoque del pelo, quiebres de cintura, alaridos innecesarios) y la adecuación del vestuario ajustándose unos pantalones "chupines". Salvo que en su caso, el artista desnuda sin pudor todas las desavenencias que lo llevaron a perder la voz (producto de haberse quedado sin dinero, casas, autos y teatros en manos de prestamistas) y la fama acumulada en los setenta y ochenta.
Hasta se toma en sorna el tener que usar cremas para la piel y otros productos cosméticos a fin de lucirse en escena. Gracias a la cada vez más exitosa y por qué no kitsch- moda "retro" que recicla figuras en decadencia, el cantautor romántico volvió a girar por el país el año pasado mientras intentaba restablecerse anímica y laboralmente.
El viernes pasado, Denis brindó un show ante más de 350 personas (¿hace falta decir que la mayoría eran mujeres de más de 30?), en correspondencia con el lanzamiento de su álbum "Ciclos" que lo devuelve al mercado discográfico después de una década. Clásicos como "Sobre un vidrio mojado", "Gigante chiquito" (interpretada con su guitarra de 1986, con la cual creara sus mayores éxitos), "Por ti", "La vida vale la pena", "Todos los domingos" y "Te quiero tanto" (con el público de pie en el final), fueron interpretados por el cantante que, evidentemente, todavía no ha alcanzado su mejor estatus vocal.
Párrafo aparte para el espacio brindado a su hijo Federico Hoffman, quien presentó sus temas "Días" y "Endless witness" (de su disco "Rolas"), en una exquisita performance que recordaba a un joven Aznar.
La perla negra: a pesar de que Denis se brindara al público, sacándose fotos, recordando anécdotas de seguidores y hasta bajándose para recorrer la platea, sobre escena insistía demasiado con chascarrillos que sólo entendían sus músicos.
Juan Ramón Seia
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