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Romero tiene 44 años y es villamariense. Estuvo seis años en la capilla de barrio Bello Horizonte, hasta octubre del ‘97. También pasó por Tancacha |
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El padre Gustavo Romero llegará mañana a la tarde a Villa María y en una ceremonia religiosa que presidirá monseñor José Rovai a las 19 asumirá la conducción de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes.
Ayer, desde el templo de Pozo del Molle en el que estará hasta mañana, dialogó con EL DIARIO.
“A simple vista, la ciudad está muy linda, tiene muchas cosas que no se pueden cuestionar. Hay una gran oferta educativa y se observa el progreso. Pero siempre hace falta más. Uno hace diez cosas y le faltan veinte; la realidad nos supera siempre a todos”, expresó sobre la Villa.
- Usted viene a remplazar a un cura que no tenía pelos en la lengua a la hora de hablar de distintas problemáticas sociales. ¿Esto lo lleva a exigirse cierto perfil?
- Me dio mucha pena que Gustavo Piva abandone el ministerio. Charlamos muchas veces, no somos amigos pero tengo cierta relación. Tengo esperanza de que vuelva. Se ha tomado muy a pecho cuestiones referidas a la droga, la prostitución... es enfrentarse a una realidad que nos supera. Voy con el ánimo de poner un granito de arena, pero no con la falsa expectativa de solucionar todos los problemas.
- ¿Cree que a Piva lo superó la realidad?
- Hay causas profundas que no las sabe nadie, creo que sólo el obispo. Pero no hay cuestiones afectivas, no se enamoró de una persona. Creo que ha entrado en un estrés tremendamente agobiante, esa es la impresión que tengo.
- ¿Por qué le ha ocurrido esto?
- Mire (interrumpe con amabilidad), hace 18 años que soy cura, y si bien no soy la experiencia viviente, he aprendido a enfrentar con calma y una profunda espiritualidad diversas situaciones. No soy asistente social y la parroquia no es el Ministerio Social. Se ayuda con lo que se puede, desde la caridad. El cura tiene otro ámbito de trabajo: la dirección y el consejo espiritual, tareas de evangelización, charlas, confesiones, hacer descubrir valores. La mayoría de la gente tiene mucha fe, sólo hay que orientarla o reforzarla.
Lo peor son los parapsicólogos, los curanderos, todos chantas que confunden a la gente.
- ¿Ha tomado contacto con la comunidad parroquial?
- He resuelto un problemón: ya he delegado tareas. No me haré cargo de lo que es gestiones administrativas, rendición de cuentas... ya armamos un equipo, con 25 personas de la parroquia y de Cáritas, que se harán cargo de lo administrativo.
- ¿Piva se hacía cargo de todo?
- Sí. Yo comencé delegando cosas. Es una parroquia con mucho movimiento de gente. Hay 500 chicos en catecismo, 300 niños que van a comer todos los días, sin subsidios gubernamentales y el pobre cura pidiendo por todos lados...
- ¿Qué sensaciones le provoca dejar Pozo del Molle?
- Me da pena, estoy encariñado con la comunidad. Hace seis años que estoy aquí y también trabajo en el colegio secundario. Pero me genera expectativas el nuevo lugar, ilusiones, desafíos. Es una renovación espiritual.
Diego Bengoa
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