24 de diciembre de 2433: el conjunto de las ciencias físicas, químicas, biológicas y electrónicas permiten al hombre crear la máquina del tiempo a la que bautizan Atempus. En una torre extendida por 500 metros cuadrados y elevada hasta el infinito se encuentra el edificio equipado con la maquinaria necesaria para el viaje a través del tiempo, la cual es capaz de transportar miles de personas y objetos sin daños o efectos secundarios a cualquier época en particular. A través de cientos de experimentos, se llega a la conclusión de que no importa lo que se envíe hacia el pasado o lo que se altere de éste, su futuro permanece intacto, es decir, no se producen paradojas temporales: la explicación de esto es que con los Atempus no se viaja en el tiempo (estrictamente hablando) sino que se crea un universo alterno que es una réplica del propio pero en un momento temporal anterior o posterior. Se resuelve entonces crear un universo alterno con un planeta Tierra temporalmente situado en el año 2012, es decir, un pasado remoto para 2433. Las poderosas naciones y corporaciones involucradas en el proyecto ven una oportunidad inigualable para aprovechar los recursos sin explotar de su mundo antiguo (es decir, de la réplica de su mundo antiguo). Para lograr esto, construyen muchas torres Atempus, esperando que cada una de ellas genere una copia de su mundo pasado del cual poder extraer recursos naturales. Pero, ante su sorpresa, las torres Atempus sólo son capaces de desembocar en una única réplica del universo. Encima, lo único que se logra es duplicar los escenarios donde se enfrentan las potencias: ahora se enfrentan en su tiempo y en un pasado que no es el suyo sino una réplica del suyo. Pero lo peor es que… ese pasado al que se accede mediante las torres Atempus… es nuestra realidad, nuestra época, lo que nosotros consideramos como el mundo verdadero en este 2008… De golpe nuestra Tierra (que se entera que es una réplica de otro mundo perteneciente a otros cosmos) se ve mezclada en las maniobras de guerra de potencias del futuro, cuyas metas son la dominación y la explotación, y se valen de las terribles tecnologías bélicas de su época apocalíptica, agotada y superpoblada.
Nosotros en nuestro mundo (es decir, el nuevo mundo de ellos, réplica de su pasado pero mundo real para nosotros) no permitimos este atropello y decidimos usar la tecnología que nos amenazaba en su contra. Sacrificadamente y usando el armamento del que disponemos, conquistamos algunos edificios de transporte temporal pensando que tal vez podemos viajar al futuro. Sin embargo, sólo quienes vienen de allí pueden volver. No obstante, nuestra iniciativa se abre paso y finalmente aprendemos a utilizar las torres para transportarnos a cualquier punto de nuestro propio planeta.
Por desgracia, estos intentos nuestros de utilizar la máquina del tiempo les abren las puertas del tiempo a extrañas criaturas: llegan seres creídos, mitos y cuentos, personas con capacidades únicas, personas que aparentaban ser de siglos mucho más atrasados incluso que nosotros, llenos de magia y el fulgor de la batalla en sus venas. Estos nuevos visitantes toman a las máquinas como demonios y a sus creadores como sirvientes del infierno y así ven que necesitaban liberar nuestro universo del mal… Estas criaturas no usaron las torres Atempus para venir, sólo la aprovecharon para abrir las puertas que los separaba de nosotros. Ellas eran un imperio de nuestra edad media que fue borrado de todos los libros de historia para mantener el orden y evitar un terror que solo ellos conocían. Las criaturas llegadas del pasado no son enemigos ni aliados nuestros, pero se mueven con autonomía y son un actor más de nuestro convulsionado presente. Están el futuro, el pasado y nuestro presente en medio de una guerra que no nos tiene piedad.
Con el pasar de los años, nuestro mundo va cayendo en un caos cada vez mayor. Cientos de personas de cada época se reúnen para organizarse, sobrevivir, conquistar, limpiar, cada cual con sus propios fines. La ayuda celestial y los intereses infernales no tardan en aparecer y así una historia de guerra, una historia repleta de héroes y demonios, tecnología impensable y magia fantástica, una historia que se escribe con el puño de los valientes.
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