El domingo por la tarde vi caer lágrimas desde el cielo. Eran lágrimas de mi querida vieja y de mi querido hermano, que han viajado hasta allá para estar juntos.
Eran lágrimas de tristeza y enseguida supe por qué.
Alem acababa de descender y ellos llevaban a Alem en la sangre. Tenían corazón tricolor... y lo siguen teniendo.
Después, preguntas y preguntas cruzaron por mi mente y me llevaron a reflexionar... a pensar.
Alem de Villa Nueva, un histórico de primera de la Liga, tantas veces campeón, ahora va a jugar en la B.
Esto es fruto (malos frutos) de un mal manejo, que se nota desde hace tiempo. Un vaciamiento de buenos jugadores que fueron llevados a otro lado por un “hombre golondrina” que pasó por el club.
Es fruto de pensar, tibiamente o casi nada, en las divisiones inferiores. O pensar en ellas, pero después “rifarlas”.
Entonces, los resultados caen como fruta madura. Así es hoy el triste presente de Alem, un grande de la Liga, lamentablemente caído a chico.
Y como el destino y la vida siempre tienen paradojas, Alem bajó a la B y en la B también está Alumni, el otro grande, el otro histórico, el clásico rival. “Leones” y “fortineros”, protagonistas de tantos duelos... de recordados y apasionantes duelos, cruzados en un fútbol que no merecen.
Esos chicos del club de Villa Nueva, que no hace mucho llevaron a la tricolor a ser principal protagonista, fueron “arrancados” para ir a otro lado, pero no fue lo mismo. En el pecho llevaron otra camiseta, no la tricolor.
La historia concluyó cuando Colón de Arroyo Cabral, con jugadores de corazón rojo y negro, terminó siendo campeón de primera venciendo a la que parecía ser una “selección”.
No hace falta formar una selección para ser campeón. Hace falta tener coherencia.
El domingo pasado, Colón fue campeón de primera, Alumni no pudo ascender y Alem se fue a la B. ¿Cosas del fútbol? No, cosas de hombres que dirigen el fútbol.
Tal vez mi querida vieja y mi querido hermano estén pensando lo mismo.

Jorge Alamo