Juan Domingo Perón, figura central de la política nacional, líder y fundador del mayor movimiento social y político de la historia argentina, moría aquel 1 de julio de 1974 y el movimiento que lideró se convirtió, como dijera John William Cooke "en el hecho maldito del país burgués".
Durante sus tres períodos presidenciales dignificó a la clase trabajadora sancionando una legislación laboral de avanzada. Fomentó la industria, mejoró la distribución del ingreso... Podríamos decir que su vida estuvo marcada por la confianza en la clase trabajadora y las masas populares como hacedores de las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que necesitaban y aún necesita nuestro país.
Precisamente esa confianza en los sectores populares como elementos transformadores es lo que mantiene vivo y vigente el ideario peronista. A partir de esa confianza en el pueblo es que toda su vida hasta su muerte estuvo signada por grandes movilizaciones: 17 de Octubre de 1945, el retorno-Ezeiza de 1973, su muerte el 1 de julio de 1974. Siempre estuvo acompañado por su pueblo.
Su modelo de construcción política, más allá del contexto histórico-social, es el que este Gobierno nacional reivindica desde la acción: una economía más solidaria, distributiva y democrática con fuerte presencia del Estado en esas relaciones. Un proyecto industrial tendiente a cambiar la estructura económica del país construido a partir del Golpe de Estado del ‘76 y profundizado por el neoliberalismo de los años ‘90. Conjuntamente, se impulsó y se impulsa una política redistributiva del ingreso a favor de los trabajadores y los sectores populares. Políticas fuertemente cuestionadas por los sectores concentrados, tanto ayer como hoy. Fue así durante los gobiernos de Perón y es así en el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Hoy se repite casi con exactitud.
Es por eso que el peronismo se ha transformado en un fenómeno simbólico-cultural, y esto tiene que ver conque la doctrina peronista sigue siendo el refugio de los sectores populares para resistir los embates de los modelos económicos injustos.
En esta coyuntura y en esta lucha por una distribución más equitativa de la renta es importante el papel que juegan los municipios. Porque el ingreso no sólo se redistribuye a través del salario justo sino también con el acceso a una vivienda digna, a la salud, a la educación y a los bienes culturales. En los estados municipales la redistribución de la riqueza asume la forma de redistribución de oportunidades para una mejor calidad de vida de la población, especialmente de los sectores más vulnerables. Esto nos lleva a repensar la simpleza y profundidad del ideario peronista, que en palabras de Perón se resume así: "El fin último del peronismo era, es y será la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación".
Profesor Gerardo Russo
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