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Una de las formaciones de los Black Cats, con González y su guitarra (sentado a la derecha)-Foto2 “Kiche” en estos días, en una sala de ensayo |
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Se sienta frente al periodista y extiende su carnet de socio del Sindicato Argentino de Músicos (Sadem). Su número de afiliación es el 27.788. La situación se asemeja a la de cualquier trámite en una oficina pública hasta que el protagonista de esta historia se acerca al interlocutor y le explica, casi le susurra: "Soy el primer músico jubilado de Villa María".
Aunque el cronista todavía no lo sepa, detrás de la menuda figura de Juan Carlos González y su amplia sonrisa, se halla la génesis del rock and roll en nuestra ciudad en los años ‘60. Es decir, de aquella primitiva asimilación de la música joven nacida en Estados Unidos, conservando las canciones de inglés, que años atrás ya había desembarcado en Buenos Aires.
Juan Carlos, conocido para la posteridad como "el Negro Kiche", formó parte del señero conjunto de Black Cats. El mentado "grupo moderno", como se denominaba en dicha época, fue modificado en su nombre al poco tiempo por Los Valiants, mediante la idea e intervención de un persuasivo productor bellvillense (Guirotti).
Para demostrar constancia de su pertenencia artística, el guitarrista de 65 años de vida y 50 dedicados a la música extrajo una foto en blanco y negro con una de las tantas formaciones del grupo. La imagen fue captada en el interior de la extinta firma Cylter, encargada de difundir información y música en los distintos altoparlantes situados en diversos puntos de la ciudad. El espectador podía receptar los sonidos a través de estos rudimentarios reproductores o si no acercarse al local y observar -o espiar- a la banda en vivo. En la foto se encuentran: Edgar Chialvo en batería, Mario Peñalba en bajo (ya fallecido), Carlos Funes en guitarra, Rolo Ghezzi en voz (que remplazaba a Omar Forgioni) y Julio Forgioni en bajo, también fallecido.
Del rock al tropical
"Yo le enseñé a tocar la percusión al Negro Páez", remarca González con aura docente. El músico, reconocido por sus dotes con las seis cuerdas, también conocía los secretos del bajo, la batería y otros instrumentos. Esa sabiduría, según explica, se la debe a su profesora Piedecasa, que dictaba clases arriba del ex Cine Opera y Cine Sud.
Una década después del nacimiento de los "gatos negros", el músico agrupó a los nuevos valores que iban surgiendo en los años ‘70 para presentarse como la orquesta de Carlitos González. En ella participaban: el Negro Páez en batería, el Tucho Olivero en trompeta, Hugo Nóbrega en teclados (ahora en Buenos Aires), Carlos Carranza en segunda guitarra y Giusti en saxo. "Tuvimos que pasar del rock a la música más movida como el estilo tropical", recuerda "Kiche" en alusión al fenómeno de cambio que padecieron varias formaciones, donde el rock and roll dejó de ser "bailado" en las pistas para ser "escuchado" en recitales, mediante otras búsquedas estéticas.
Años después, González debió viajar hacia hacia Buenos Aires para acompañar a una nieta que necesitaba un trasplante. No regresó hasta hace pocos años cuando el pequeño retoño falleciera. "Ahora que he vuelto a la ciudad no soy tan conocido como antes y me da mucha nostalgia cuando llega el sábado y no puedo ir a tocar", expresa. El hombre cuyo estilo guitarrístico fuera una marca registrada, un sello distintivo apenas se escucharan los primeros acordes, recoge las fotos, sus sueños y sus anécdotas hasta otra oportunidad.
J.R.S.
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