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Franco muestra la herida provocada por el culatazo que le aplicó uno de los sujetos cuando se demoró más de la cuenta para sacarse el reloj. Después de eso, le dispararon a quemarropa |
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Dos delincuentes que portaban un revólver asaltaron a un vigilador privado, lo despojaron de casi toda la ropa, le sustrajeron dos teléfonos celulares y lo golpearon con los puños y con la culata del arma, para luego dispararle a quemarropa y provocarle una herida en la planta de su pie izquierdo.
El violento episodio tuvo como víctima a Franco Iván Goya, de 26 años, un flamante profesor de Lengua que desde hace mucho tiempo se gana la vida como custodio de diferentes negocios (además de un par de viviendas particulares) ubicados en un sector del radio céntrico de Villa María comprendido por las calles Buenos Aires, 9 de Julio, Entre Ríos y Carlos Pellegrini.
De madrugada...
El martes a eso de las 2.30 de la madrugada, cuando realizaba una de sus habituales recorridas de vigilancia en la esquina de las dos últimas arterias mencionadas, fue interceptado por dos muchachos de no más de 20 años que se bajaron raudamente de una moto tipo Econo y lo amenazaron de muerte con un revólver plateado.
“¡Dale, dale, sacate las zapatillas, el pantalón y la campera!”, le exigieron ambos sujetos, quienes cubrían parcialmente sus rostros con bufandas, cuelleras y capuchas.
En esas circunstancias uno de los malvivientes le aplicó un golpe de puño en la cabeza, mientras el otro hacía lo propio por la espalda, a tal punto que lo hicieron caer al suelo y le pisaron la mano izquierda.
“Alcancé a sacarme las zapatillas (unas Adidas casi nuevas), y después no recuerdo bien como fue todo porque pasó rápidamente”, relató Franco al ser entrevistado por EL DIARIO durante la tarde de ayer.
La estampida del balazo en medio del silencio nocturno y la ruidosa fuga de los asaltantes a bordo de la moto llamó la atención de una trabajadora de este matutino que vive a pocos metros del lugar del hecho, lo que llevó a realizar algunas averiguaciones que permitieron dar con Goya, quien vive junto a su padre (también es vigilador) y su madre en barrio Prado Español de Villa Nueva.
Violento culatazo
De perfil bajo y reacio a la exposición mediática, Franco no quiso fotos y por eso sólo se decidió a ilustrar esta nota con la indeleble marca que los ladrones dejaron en su cabeza, producto del culatazo que le aplicaron cuando demoró más de la cuenta en sacarse el reloj pulsera que también le robaron.
Dicha herida le provocó una profusa hemorragia, pero la suerte del joven custodio pudo haber sido otra (más grave, e incluso letal) si el disparo que le efectuaron a quemarropa lo alcanzaba en otra parte del cuerpo.
En efecto, luego de apoderarse de las prendas de vestir, de los celulares, del reloj y hasta del DNI, los irracionales asaltantes no tuvieron mejor idea que terminar su maniobra delictiva disparándole a Franco después de decirle que se fuera.
¡Dale... corré para allá, apurate!”, le dijeron en tono amenazante. Y ni bien hizo dos pasos hacia el Salón de los Deportes, ubicado en Pellegrini y Corrientes, escuchó que el sujeto que no portaba el arma le reclamó a su compañero: “¡Tirale a ese hijo de puta, tirale!”.
A quemarropa
El pedido no se hizo esperar y Franco oyó un balazo, que aparentemente impacto en la vereda, pero una esquirla se le incrustó en la planta del pie izquierdo.
Goya ni cuenta se dio de la lesión y sólo atinó a alejarse lo más rápidamente posible del lugar del hecho, a tal punto que tampoco escuchó la huida de los violentos agresores en la moto en que se conducían.
En cambio, sí se percató de que el golpe en la cabeza con la culata del revólver le había producido una importante herida, de la cual emanaba mucha sangre que bañó su rostro y terminó manchando las pocas prendas de vestir que le quedaban.
Ocurre que debajo de la campera que le sustrajeron, Franco llevaba otra campera algo más fina, y pegada al cuerpo una camiseta de la selección argentina. El doble abrigo había sido dispuesto para enfrentar el frío de la madrugada.
En esas condiciones, con los pies sólo cubiertos por las medias, el custodio llegó hasta el bar Monta, donde pidió ayuda. Allí, el cocinero le permitió lavarse la herida y llamar a la Policía, cuyo personal llegó al lugar en pocos minutos.
Franco formuló la denuncia en sede policial el martes por la tarde, una vez repuesto de los golpes y la herida cortante, pero hasta anoche no había novedades sobre los peligrosos asaltantes.
El joven adelantó que está dispuesto a dejar ese trabajo y que es muy probable que se dedique de lleno a la docencia, tras haberse recibido como profesor de Lengua en la Universidad Nacional de Villa María en diciembre del año pasado.
Otro robo, pero en una vivienda
Por otra parte, a las 5.40 de la madrugada de ayer, personal de la Patrulla Preventiva se hizo presente en barrio Lamadrid de esta ciudad a raíz de un robo domiciliado.
Al llegar a bulevar Sarmiento 1820 se entrevistaron con Mariana Altamirano, de 24 años de edad y domiciliada en ese lugar, quien manifestó que alrededor de las 3 había sido asaltada por tres sujetos que habían ingresado a su casa.
El audaz atraco se produjo en momentos que la joven se encontraba descansando, oportunidad que los delincuentes aprovecharon para entrar a la vivienda por la puerta principal, presumiblemente utilizando una ganzúa o llave similar.
Tras sorprender a Altamirano y mediante amenazas verbales, los malvivientes le sustrajeron una suma de dinero en efectivo no precisada y una computadora portátil (notebook), para luego darse a la fuga con rumbo desconocido.
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