Los subsidios ya forman parte del paisaje de la campaña. Hasta pueden tener su propia postal y una canción que los identifique, cambiando un poco la letra del reconocido tema folclórico que alude a los pueblitos catamarqueños. “Un subsidio acá, otro más allá y un camino corto (en este caso) que baja y se pierde..”
Sí, el camino de la distribución masiva de dinero fue corto, bajó y se perdió prácticamente después de las elecciones del 28 de junio.
Pero, junio fue un mes para que numerosas instituciones canten loas por la generosidad de sus gobernantes.
Casi medio centenar de subsidios fueron entregados en pocos días. Es más, el 19 de junio fue un día terrible para la muñeca del presidente del Concejo Deliberante a cargo del Ejecutivo, Javier Suppo. En esa fecha, y según el Boletín Oficial publicado en Internet, se emitieron casi cuarenta decretos.
Cuarenta firmas del dirigente que remplazó a Eduardo Accastello, mientras salió de campaña para ser senador del kirchnerismo. Cuarenta veces la mano moviéndose al compás de la rúbrica en los decretos para distribuir plata a instituciones y vecinos.
La mano le debe haber quedado entumecida, tanto como nuestra vista a la hora de contar la cantidad de decretos con subsidios y sumar el dinero distribuido en pocos días. En los días previos a la elección del 28 de junio.
Contabilizamos más de ciento ochenta mil pesos. Casi de golpe. Llevando alegría a grandes, medianos y chicos.
Hubo erogaciones importantes y otras no tanto. Vaya a saber con qué medida se decidieron.
Algunos centros vecinales obtuvieron apenas mil pesos para resolver problemas, generalmente, de infraestructura. Y decimos apenas porque hubo quienes se llevaron veinte mil, veinticinco mil, diez mil.
El deporte estuvo de parabienes, casi cien mil pesos fueron destinados para instituciones ligadas a esas disciplinas.
¿Qué tal, Pascual? Plata para pelotas, iluminación, indumentaria, organización de torneos y hasta arreglos de cancha de bochas.
¿Y si todos los días hubiera elecciones?, posiblemente se preguntaron los que encontraron la canilla abierta después de mucho trajinar en el desierto. Hubo dinero para la edición de un disco, para arreglar una capilla, para comprar un piano. Para todos los gustos.
Si alguno se quedó afuera, tome nota para los próximos comicios y haga la lista de lo que necesita. Por ahora, está difícil ya que después de las urnas, sugestivamente, se cortó el chorro.
De cualquier manera, los casi doscientos mil pesos en subsidio quedaron hechos una miniatura al lado del decreto de transferencia, en esos mismos días, de cinco millones al Eninder. Paisajes de campaña, dignos de una postal. N.M