Escribe Pepo Garay
Especial para EL DIARIO
Caminar por la plaza del Ayuntamiento de Praga es encontrarse con las exquisiteces más tentadoras de Europa. El corazón del centro alberga una explanada rodeada de puntos álgidos, como la gótica Iglesia de Tyn y el mismo Ayuntamiento. Allí comienza el recorrido que surcará un casco histórico único en el mundo.
El centro se luce
Con sol radiante o atmósfera gris, da lo mismo. El centro de Praga se luce independientemente de las condiciones climáticas. Las cúpulas de las construcciones clásicas adquieren brillo más allá de los caprichos atmosféricos. El cuadro todo, compacto y deslumbrante, aparece como un lujo visual.
Sin embargo, el premio mayor lo obtenemos al arrimarnos al río Moldava. Luego de atravesar la Torre del Puente Carlos, la perspectiva se torna insuperable. El viaducto, repleto de estatuas, guía la mirada hacia el Castillo de Praga, edificio que junto a sus pares del barrio de Hradcany conforman un espacio privilegiado.
La fortaleza es un ícono del centro europeo. Construida en el Siglo IX, mantiene impecable su estructura. El establecimiento está conformado además por la Catedral de San Vito, fastuoso lugar donde se solía coronar a los reyes de la antigua Bohemia.
En las adyacencias se encuentran también diversas obras que remontan al viajero hacia el medioevo, como el Callejón de Oro con sus diminutas viviendas. Ya más contemporáneo, el Senado nacional no deja de otorgarle aires de majestuosidad al ambiente.
Otros alicientes
Volviendo sobre sus pasos, el visitante prueba nuevamente las delicias del Puente Carlos, paso peatonal repleto de turistas, para comunicarse con otros atractivos del centro.
En ese sentido, será necesario acercarse a la Sinagoga Vieja, un verdadero símbolo de la ciudad. Otros estandartes resultan el Teatro Estatal y el lujoso Rudolfinum, con sus salas de conciertos y exposiciones. En lo referente a museos, la oferta de Praga es suculenta: los más célebres son el Museo Nacional, el Museo del Juguete, el Museo Judío y el Museo Franz Kafka, dedicado al autor de “La metamorfosis”. Hijo pródigo de la capital checa, las fotografías con la imagen del ilustre escritor pueden verse en diferentes puntos de la metrópolis.
Por otro lado, en el distrito del Nove Mesto (o ciudad nueva) aparece la Praga del Siglo XXI. Allí se encuentra la Casa Danzante, vanguardista y original residencia famosa por su peculiar arquitectura. La Plaza de Venceslao, con el centro comercial, completa el sector moderno.
La otra Praga
En realidad, las zonas más atractivas conforman solo una reducida parte de Praga. El resto de la urbe, poblada por algo más de 1,2 millón de habitantes, no presenta mayores alicientes. De cualquier forma, resulta llamativo observar cómo las viejas estructuras levantadas por el Gobierno comunista conviven con los nuevos edificios, gigantescos e innovadores.
Este panorama permite apreciar el progreso de la República Checa, una Nación que debió sortear diversas guerras, mandamientos externos y otros obstáculos para alcanzar la relativa prosperidad que hoy se enorgullece de sostener.
No obstante, esa cara de Praga difícilmente sea descubierta por el turista convencional, demasiado entretenido con las maravillas que ofrece el casco histórico. No podemos culparlo: cualquier mortal caería rendido ante semejantes bellezas.
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