Escribe: Jesús Chirino
El lunes 21 de mayo de 1934, en la portada del diario de la tarde “El Deber”, cuya administración se encontraba en José Ingenieros 291 de Villa María, se daba cuenta del atentado contra la vida del intendente de la vecina ciudad de Villa Nueva. El hecho se había producido apenas horas antes en las oficinas del Gobierno municipal del otro lado del río, y las dos ciudades eran impactadas por la noticia.
@Pague lo que debe
Los vecinos que integraban la comisión pro festejo del 25 de Mayo, junto al juez de Paz Horacio Carranza, se encontraban charlando con el intendente de Villa Nueva. Quizás ninguno de los presentes sospechaba el curso que en pocos minutos adquirirían los sucesos.
El reloj marcaba las 13 horas 40 minutos cuando Enrique González, peón que trabajaba en el Parque Ramón J. Cárcano de esa ciudad, entró en tromba a la oficina de la sede administrativa del municipio villanovense. El hombre se había quedado sin paciencia, a los gritos solicitaba que el intendente José Pérez Benítez le hiciera pagar lo que le adeudaban. Los insultos, el pedido de pago inmediato y otros reclamos sucedían ante la azorada mirada de los presentes. Cada grito era reafirmado con gestos amenazantes.
@A los tiros
En algún momento, el intendente creyendo poder disponer que el peón se retirara de la oficina, quiso dar por terminado el asunto. A los gritos pretendió echarlo del lugar. El intendente Pérez Benítez no terminaba de entender que la situación se había desmadrado y ésa no era la manera en que podía calmar las aguas. Cuando el peón González, de nacionalidad española, sintió que aparte de no pagarle lo echaban de la oficina, con un gesto rotundo hurgó entre sus ropas, extrajo un revólver y apuntó al cuerpo del intendente. El estampido del arma dio nueva dimensión al conflicto. Quizás los nervios, o alguna otra razón, hicieron que la primera bala no impactara en ninguna parte vital y pusiera en riesgo la vida de Pérez Benítez. El proyectil pegó en la muñeca izquierda del intendente. Los presentes no salían de su asombro. El herido reaccionó y con su mano derecha tomó la mano con la cual el peón blandía el arma de fuego. Al iniciarse el forcejeo se sintió otro estampido, un nuevo proyectil había salido de la boca del arma hiriendo el cuello del intendente. La herida fue leve.
@En la casa del intendente
Horas antes de aquel episodio el trabajador había concurrido al domicilio del intendente. El político estaba almorzando, como se sabía del reclamo de González, en la casa alguien le dijo que esperara en el portón y hablara con Pérez Benítez cuando éste saliera con el automóvil para ir a la Intendencia. El Deber, en su nota de tapa, dijo que “González no esperó en el portón, como se le indicara y al salir el coche no pudo hablar con el señor Pérez Benítez que se dirigió a la Municipalidad. Lo siguió en visible estado de excitación…”. González, trabajador español, casado, de 36 años de edad, reclamaba los 617 pesos que le adeudaban por jornales no pagados oportunamente. La excitación del reclamante fue creciendo hasta que entró a la oficina del intendente y sucedieron los disparos.
Con el intendente herido por los dos balazos, los presentes se lanzaron sobre el atacante impidiéndole hacer otro disparo. En esta empresa intervinieron el mencionado juez de Paz y el sub comisario Hilario López. Los primeros auxilios al herido estuvieron a cargo del doctor Joaquín Fernández. Pérez Benítez era padre de ocho hijos y pariente del señor José Piedecasas, quien hasta poco tiempo antes había ejercido, de manera interina, la Intendencia de Villa Nueva dado que Pérez Benítez había sido suspendido en sus funciones.
Pérez Benítez enfrentó aquel triste episodio a poco tiempo de ser restituido en su cargo, dado que el Honorable Concejo Deliberante de Villa Nueva no logró el quórum necesario para juzgarlo por las irregularidades que, según las acusaciones del secretario, había cometido en la función. Poco tiempo después, el partido radical desafiliaría a Pérez Benítez. Por su parte, en Villa María ejercía la Intendencia Eugenio Parajón Ortiz, quién terminaría teniendo serios problemas con la justicia por algunas irregularidades cometidas en su Gobierno. No eran épocas fáciles para el pueblo, los gobernantes prestaban más atención al lujo y el ornato que en el bienestar de la gente.
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