El último día de julio de 1998 en todos los medios periodísticos del país se dio a conocer una noticia que, con epicentro en Villa María, catapultaría a la consideración de la opinión pública lo que se dio en llamar el primer caso de muerte súbita por consumo de Viagra.
En una vivienda de esta ciudad, exactamente en Córdoba 141, en barrio Palermo, un conocido empresario con manifiestas cardiopatías y vinculado a la industria láctea (aunque por entonces ya no era tal), falleció en el lugar tras intimar con una mujer que, como se dio a conocer ella misma, se llamaba “Rosa”.
Fue ella quien avisó a la Policía del deceso del hombre, quien explicó lo sucedido a muchos medios que se comunicaron con ella y que, en entrevista exclusiva con EL DIARIO, ocurrida dos semanas después, expresó que sentía una profunda pena por la muerte de su amante, pero que no se hacía responsable de la misma.
Por entonces, tenía cuatro hijos de 3, 4, 10 y 13 años y dijo que seguiría vendiendo ropa a domicilio y soñaba con comprar un remise.
Era Rosa. El deceso del hombre también ocurrió por consumo de pastilla (Sildefil) y la Fiscalía de Instrucción de Turno calificó el caso, como ocurre ahora, “muerte de etiología dudosa”.
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