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Proyección. Russo intenta progresar por su banda mientras lo persigue Acevedo. En Arroyo Cabral, Rivadavia y Ticino se repartieron un punto |
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Escribe:
Fabio Morisetti
Si usted vio sólo los últimos 15 minutos del partido, se habrá llevado una impresión equivocada de lo que ocurrió en la cancha de Rivadavia. En ese segmento, el “verde” se llevó por delante al Atlético Ticino y estuvo a punto de sumar de a tres, pero en los 120 segundos finales fallaron en la definición Biasuzzi y Erregarena.
Ahora, si vio todo el partido, llegará a la conclusión de que el Atlético Ticino dejó escapar dos puntos que tenía prácticamente en el bolsillo. Dos goles arriba y con un rival nervioso e irresoluto, la victoria estaba al alcance de la mano, pero se le escabulló ante la embestida final de Rivadavia.
El primer tiempo fue realmente muy aburrido, con ambos equipos arriesgando poco y nada y mirando con recelo qué es lo que podía hacer el rival como para pensar en el arco de enfrente.
El local estuvo cerca a los nueve minutos con un cabezazo de Biasuzzi que salió desviado. Dos minutos más tarde, una buena combinación entre Valle y Erregarena terminó con un remate de Berterame que pasó cerca.
A los 18’ avisó el visitante con un cabezazo de Sachetto que controló Novaretti.
Era poco menos que un partido de ajedrez. El extremo cuidado y la escasa audacia para pensar en ofensiva hacían que el juego fuese poco atractivo y todo se diluyese en un constante trajinar en la mitad de la cancha.
A los 33’ Russo casi abre el marcador con un tiro desde la puerta del área y, cuando parecía que la etapa se iba sin novedades, Ticino llegó al gol.
Sobre la hora, Marcos Acevedo probó de emboquillada y obligó a una gran tapada de Novaretti, pero el rebote quedó para el olfato goleador de Claudio Crespo, quien sólo la empujó para alegrar a la parcialidad albirroja.
No era justo, porque ninguno había hecho los méritos suficientes como para sacar ventajas, pero el haber aprovechado la ocasión que tuvo, le daba al Atlético la chance de irse al descanso con tranquilidad.
El complemento salió más entretenido, en parte porque Rivadavia tuvo que salir a buscar el empate y empezaron a aparecer deficiencias. A la hora de atacar, el verde carecía de ideas ante la intermitencia de Valle en la creación y el aislamiento de Biasuzzi y Erregarena en ofensiva. Y cuando debía defender, los locales no la pasaban muy bien tampoco, lo que permitía que su rival no sólo pudiese aumentar la diferencia, sino que por momentos fuese superior.
A los dos minutos Carranza, el mejor de la cancha, definió con un zurdazo pifiado, y ahí nomás Erregarena le ganó a la salida de Colautti pero la pelota salió rozando el palo.
Marcos Berterame tuvo otra chance a los diez minutos, pero su cabezazo se fue cerca. Y a los 16 pareció llegar el golpe de gracia con el cabezazo goleador de Sachetto, que estiraba diferencias.
Era poco menos que partido liquidado, o eso se preveía, porque Rivadavia seguía sin encontrar la forma de llegar con claridad al arco de Colautti, salvo alguna guapeada de Martín Erregarena.
Sin embargo, a los 24, Ignacio Serda descontó con un cabezazo tras un centro, casi la única opción que tenía el verde para llegar al área rival, y allí se encendió el partido.
Rivadavia salió a vender cara su derrota y, de a poquito y sin claridad, fue arrinconando a los de Ticino y empezó a creer en el empate. Ya los de Vázquez no podían tener la pelota y sólo atinaban a tratar de aguantar.
A los 34’, un claro penal de Alvarez a Gudiño permitió la igualdad por intermedio de Erregarena y el local fue por más.
El juego se hizo bastante friccionado y a Moyano se le fue de las manos, generando el descontento de la parcialidad visitante por algunos fallos polémicos a favor de los cabralenses.
A los 43’ se lo perdió Biasuzzi, y a los 46’ casi llega la hazaña, pero Colautti le sacó el grito de gol al cabezazo de Erregarena.
Fue empate final y no está del todo mal, aunque las sensaciones fueron diferentes. Por como venía el partido, el local no vio con malos ojos el empate, mientras que desde Ticino se fueron con la bronca hacia Claudio Moyano y el dolor por perder dos puntos significativos.
La figura
Waldemar Carranza mostró mucha habilidad y frescura. El pibe, aunque intermitente, superó piernas fuertes para lucirse con algunas jugadas muy interesantes, de ésas que no se ven demasiado en el fútbol actual.
El árbitro
Mal arbitraje de Claudio Moyano. Le perdonó la vida a Claudio Biasuzzi y luego, con algunos fallos polémicos sobre el final, terminó de redondear una tarea desacertada.Estuvo correcto en la sanción del penal, aunque no tanto en algunas amonestaciones.
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