Algunas semanas atrás en este mismo segmento publicamos un artículo con el título “Padres ¡a estimular conductas positivas!”. Con la misma base teórica hoy venimos a proponer la modificación de la conducta en el aula.
Primero evalúe cuál es la conducta que le gustaría que el alumno aumente (también con los hijos), lo más concreta posible, por ejemplo, quedarse sentado, terminar las tareas, tratar a sus compañeros con respeto, esperar su turno para hablar. El segundo paso será realizar una medición para evaluar cuántas veces ya está realizando esa conducta: anotar día por día o por hora si es necesario.
Preguntas que pueden colaborar son: ¿puede lograr realizarla una hora completa? ¿Hay días que cumple completamente? ¿Hay semanas completas que realiza esta conducta como yo espero? Las respuestas van a estar en los registros y a partir de ahí podemos decidir cuál va a ser nuestro primer objetivo a lograr. Si me propongo un objetivo que el niño nunca logró seguramente fracasaré y también perderemos el entusiasmo, es necesario comenzar con un objetivo que pueda cumplir para colaborar con su motivación al cambio favorable.
También es importante no empezar con la peor conducta del alumno, si es que hay varias, a veces empezar con la de menor complejidad ayuda a la motivación de ambos.
El tercer paso será armar una planificación en base a las técnicas de modificación de la conducta. En los procedimientos para aumentar la conducta positiva el principal es el reforzamiento.
Un reforzador es cualquier estímulo que aumente la probabilidad de una respuesta a la que sigue temporalmente (por ejemplo, una sonrisa luego de una conducta positiva, logrará que ella intente repetirse). No está especificado el tiempo que tiene que tardar el reforzador en seguir a la respuesta con el fin de aumentar su probabilidad de ocurrencia; sin embargo se supone que la efectividad es más alta si se aplica inmediatamente. Existen dos clases de reforzadores: un reforzador positivo es cualquier estímulo cuya presentación después de una respuesta aumenta la probabilidad de que ella ocurra (“si realizas tu tarea completamente te dibujaré un sol en el cuaderno”), mientras que el reforzador negativo es cualquier estímulo cuya eliminación después de esa respuesta aumenta la probabilidad de que ella se repita (“si terminas toda tu tarea, no te daré tareas para la casa”).
El reforzamiento positivo en el aula no puede remplazarse por nada. Es la mejor estrategia de manejo de la conducta, y genera autoestima y respeto. Es importante seleccionar cuidadosamente tanto el reforzador como la conducta que se va a reforzar, teniendo en cuenta que lo que constituye un reforzador para un sujeto, no necesariamente lo será para otro.
Lo que se necesita en el aula es un reforzador que pueda entregarse en cualquier momento y sea corto como la alabanza. Sin embargo a veces es insuficiente porque es un reforzador aprendido y que puede no haberse asociado lo suficientemente, por ejemplo, en los niños que no han recibido elogios en sus hogares. Aunque pueda no ser suficiente por sí misma, se debería presentar cada vez que se dan otros refuerzos, ya que puede apoyar su eficacia y aumentará su valor en el futuro.
Detecte a los alumnos que hacen lo que usted quiere que hagan. Reconozca y elogie los casos específicos: “Me gusta cuando Ana recuerda que debe levantar la mano y esperar que yo le dé la palabra para hablar”.
Además será conveniente armar un registro diario donde pueda anotar cada vez que ocurre la conducta positiva junto con el alumno elegido, para que éste sea estimulado a aumentarla y puedan ambos ver el avance en este camino. El objetivo debe modificarse en la medida que se va logrando el anterior, por ejemplo, “si logras dos días a la semana completar tu tarea en clase tendrás un beneficio”, si es logrado la semana siguiente tendrá por objetivo tres veces semanales, si no se mantiene el mismo.
Reforzadores sugeridos para el aula son: el elogio y el reconocimiento legítimos, recompensar a algunos alumnos con privilegios (como tareas y responsabilidades en el aula), la maestra les preste un juego para jugar con un compañero en el recreo o cuando termine su tarea, leer un libro de su interés, poder elegir algo de lo que se va a hacer, ser líder en un juego, anular la nota más baja, llevar algo a clase que él elija para mostrar.
Si la conducta que está midiendo no aumenta con el reforzamiento, seguramente hay algo para modificar en la planificación, hay muchas estrategias que pueden utilizarse, no se desaliente. Y si está funcionando, no lo abandone. Continúe reforzando a sus alumnos, éstos se lo agradecerán.
Lic. Carla Tais
M.P. 3862
Centrodeterapiasde
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