Uno de los títulos que caería de maduro ante el comentario de "Extraños en la noche", escrita por la dramaturga cubana Esther Suárez Durán, sería el esperanzador y clásico "Un canto a la vida".
Aunque una segunda y más profunda lectura descubriría el mensaje subyacente: la obra es una entrañable y lúcida declaración de resistencia de las generaciones adultas ante el devorador y acelerado avance del capitalismo posindustrial, que arroja a la Población No Activa a un aparente estado de obsolescencia social.
El destacado estreno a cargo del Elenco Municipal de Teatro (el primero del año, tras la reposición de "Extraños hábitos" en mayo), plasmó el desarrollo de una pieza breve, mixturada con guiños cómicos e irónicos y reflexiones nostalgiosas (subrayadas por música incidental), en el espacio de la Sala Mandra.
La propuesta, donde operan con certeza las dicotomías sabiduría/ingenuidad, valor sentimental/valor material y sobre todo adultez/juventud, le brinda la oportunidad a Walter Staüble (actor y director del elenco), de hacer uno de sus papeles más logrados. En la piel de Noé, encarna -con tics y posturas entrenadas- a un viejo que desea suicidarse para reencontrarse con su amada en el más allá. Un preciso Leonardo Negro interpreta a Josué (nombre para nada azaroso ya que en los textos bíblicos aparece como "salvador"), el joven e inexperto ladrón que irrumpe en la casa de Noé cuando éste yace en el piso de una cocina inundada de olor a gas. A pesar del infortunado encuentro, las simpatías comienzan a aflorar entre ellos, desnudándose en definitiva aquello que sí los une: la inesperada ilusión de un futuro posible a pesar de las pobrezas y las ausencias.
En el debe: por las condiciones de la sala, los espectadores de las últimas filas debieron observar parados la pieza cuando sucedían pasajes al ras del piso.
Juan Ramón Seia
Dirección: Mariana Britos. Producción: Roxana Sella. Iluminación: Marcelo Vigliano. Repiten: sábados a las 22.