“Eran las 7.30 aproximadamente, porque yo recién abría el negocio. Abro tempranito, porque a esa hora llegan los chicos de la Escuela del Trabajo”, comenzó relatando Juan Carlos Caler (43), propietario del polirubro Mi Sol, después de haber sufrido ayer un asalto en su local comercial.
“El tipo me estaba esperando y cuando vio que no había nadie adentro, entró, así, a cara descubierta y con un bolso en la mano. Habrá tenido unos cuarenta y tantos años. Primero me pidió una tarjeta telefónica y dio unas vueltas dentro del negocio”, un pequeño local ubicado en la esquina de bulevar Italia y Jujuy, atiborrado de artículos de distinta índole. Desde caramelos a prendas de vestir, de salamines a juguetes y regalería, en el que casi permanentemente ingresan clientes.
“Cuando quise darme cuenta, el tipo estaba detrás del mostrador, apuntándome con una pistola. Me llevó a la parte trasera del local y me pegó dos culatazos, exigiéndome el dinero”, explicó el comerciante a EL DIARIO.
“En ese momento, llegaron dos clientes, dos chicos que vienen todas las mañanas, porque trabajan acá cerca. Uno de ellos sacó dos yogures de la heladera exhibidora y los dejó sobre el mostrador. Cuando el tipo los vio, los fue a buscar y, a punta de pistola, los trajo para el fondo. En ese momento, sacó una soga que traía en el bolso y le dijo a uno de los chicos que me atara. El pibe no quería y el tipo le pegó. Yo le decía ‘atame, dale’. Al final me ató”. A ellos los obligó a arrodillarse detrás mío y fue hasta la caja”, detalló Caler.
El ladrón se llevó unos 300 pesos en tarjetas telefónicas y unos 700 en dinero en efectivo.
“Antes de irse, me quitó la llave y nos encerró adentro. No oímos ruidos de autos ni de moto alejándose. No tengo idea en qué se movilizaba. Lo que sí sé es que afuera lo esperaba una mujer que hacía de campana”, aportó el damnificado.
“Todo habrá durado como mucho tres minutos, pero a mí me parecieron eternos, como una hora. Y después. lo que te queda en la cabeza, esa sensación... Hace cuatro años, también me asaltaron y tardé meses en sacarme esa sensación de la cabeza”, concluyó Juan Carlos Caler.