Un nuevo caso de abuso y prepotencia policial fue denunciado ayer públicamente por un joven que padeció el mal proceder de los funcionarios públicos, y su madre que lo acompañaba.
Se trata de Maximiliano Julián Iriarte (24), quien, en compañía de Elena Marlen Pedernera (foto), se presentó en la Redacción de EL DIARIO para exponer que fue víctima del acoso policial, el jueves al mediodía, cuando caminaba por Vélez Sarsfield entre México y Estados Unidos, cuando iba al encuentro de su esposa que trabaja en una pañalera de las inmediaciones.
“Me siguieron tres móviles policiales y por un altoparlente me dijeron que me detuviera y otras cosas, me pararon como si hubiera robado un banco. Me trataron muy mal, me pidieron documentos (por suerte los tenía encima) y me preguntaron por qué tenía esas cicatrices en la cara. Les dije que era por un accidente, pero ellos insistían que era por otra cosa. Uno de ellos, medio gordito y rubio, se bajó del móvil haciéndose el canchero y les dijo a los otros ‘llévenlo, llévenlo’. Yo les expliqué que iba a buscar a mi esposa”, narró el joven.
“Me tuvieron media hora, y mandaron un móvil a preguntarle a mi mujer si era cierto que yo era su esposo. Poco después llegó ella con mi hijita de dos años y medio, pero no la dejaron acercarse. Una mujer policía la detuvo a lo lejos y empezó a interrogarla. Y todo por portación de rostro”.
“Fuimos a la Comisaría a hacer la denuncia, pero no nos la quisieron receptar, así que pusimos un abogado”, dijo Pedernera, madre de Maximiliano, quien agregó que “el año pasado lo detuvieron a él y a mi otro hijo, menor de edad, en la puerta de mi trabajo, por no tener documentos. Habían ido a hablar conmigo”, explicó la mujer.
“En aquella oportunidad tuvo que ir mi marido con los documentos de los chicos a sacarlos de la Comisaría. Lo que me llama la atención es que son todos policías jóvenes los que tiene esta conducta prepotente, discriminatoria y abusiva. Creo que esto se tiene que terminar. Estamos decididos a ir hasta las últimas consecuencias. Esto no puede ser. Somos gente trabajadora, honrada y bien consideradas en nuestros trabajos. ¿Por qué tenemos que pasar por esto? Y somos conscientes que no somos el único caso. Mientras la verdadera delincuencia crece, nosotros tenemos que soportar abusos de quienes deberían estar deteniendo ladrones. ¿No es una locura? ”, se preguntó Pedernera.
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