Camiones con contenedores repletos de basura van y vienen, a toda hora, por las calles del barrio Felipe Botta.
El destino de los vehículos es conocido por todos: una inmensa cava, de quince hectáreas de extensión y aproximadamente cuatro metros de profundidad, ocupa un predio privado cuyo acceso principal se ubica en la calle Francisco García.
Meses atrás, merced a la denuncia de varios vecinos del lugar, se presentó una denuncia ante la Secretaría de Ambiente provincial.
El principal motivo de los cuestionamientos radicaba en la presencia en el vertedero de comestibles (además de todo tipo de residuos), en mal estado, los que eran consumidos por habitantes de escasos recursos.
Ayer, EL DIARIO pudo observar cómo se realizaban, con retroexcavadoras, movimientos de montañas de elementos trasladados hasta el inmueble por camiones de empresas de la ciudad.
Según lo consultado por este medio, al menos dos organizaciones dedicadas al transporte de escombros y descarte de obras en construcción depositan todo lo que recolectan en sus contenedores.
Según la manifestación de vecinos de la cava, “basura de todo tipo es llevada, a toda hora, al predio”.
“Ese lugar es claramente un basural a cielo abierto”, indicó el concejal por la Democracia Cristiana Ricardo Pereyra a este medio.
“Además de los residuos, hay una línea eléctrica que atraviesa el campo. Es una trampa mortal por donde se lo mire”, agregó el edil.
La acumulación de basura, sin tratamiento directamente sobre la superficie, de continuar, se transforma en un potencial contaminante de todo el sector. Alguien debería actuar... por todos nosotros.