Escribe: Héctor Cavagliato

El pasado fin de semana largo hubo intensa actividad golfística en todos los campos del país. El Villa María no fue la excepción. Así fue como el lunes se disputó un fourball clásico en dos categorías con ganadores que registraron muy buenos scores: 64 para Astrada-Cavagnero y ¡62! para “Pampero” Maurenzi - Larghi, entre los 30 binomios inscriptos.
Así quedaron las principales posiciones:

Hasta 9 de hándicap
Astrada - Cavagnero 8 37 35 64
P. Juncos - Blanda 5 37 34 66
Angelone - C. Ferreyra 9 36 40 67
Debiaggi - Debiaggi 8 39 37 68
J. Ferreyra - Zóttola 3 34 37 68
S. Marcelloni - Cornejo 9 41 39 71
Kamienski . Amante 9 41 41 73
De 10 al máximo
Maurenzi - Larghi 14 39 37 62
Gastaldi - M. Albert 11 39 36 64
Arabel - Méndez 11 39 38 66
Sacripanti - Storani 15 41 41 67
Boeris - Baldrich 16 44 40 68
Tomatis - Smidt 11 37 42 68
Gómez - Vaca 18 45 42 69
Grasso - D. Mazzucco 10 39 41 70
Borrini -Mattoni 17 40 48 71

¿Lo tenían al coreano?

Cuando el domingo comenzó la última vuelta del campeonato disputado en los Estados Unidos con el número 1 del mundo Tiger Woods liderando con dos golpes de ventaja y enfundado en su clásica indumentaria de pantalón negro y chomba bordó, ni el más pesimista podía pensar en otro resultado que no fuera una nueva victoria, su 15ta. en torneos “grandes” y el primer “Major” del año.
Pero el golf es un deporte en permanente evolución y si bien podemos pensar que tenemos “Tiger” para rato, los otros también juegan. Los orientales, por ejemplo, están invadiendo todo el planeta no solamente con sus productos industriales, sino que es notable la cantidad de jugadores aficionados que practican esta disciplina.
Resistidos, discriminados, muchas veces injustamente subestimados y despreciados, los coreanos conforman una respetable comunidad organizada, limitados por el idioma y su idiosincrasia que los hace introvertidos, pero con condiciones capaces de igualar o superar a muchos.
No es casual que haya ganado, entonces, Youn-Eang Yang este surcoreano que por poco no quedó afuera del corte el viernes, insuflándole una bocanada de aire renovador al golf y potenciando un mercado asiático que festeja con total justicia esta irrupción que puede significar una bisagra en la historia mundial. Ya no están solos Nicklaus y Palmer, únicos en su época, Tom Watson, Ballesteros, De Vicenzo, después, ni sólo Tiger, Harrington, Els y los peso pesados contemporáneos. Hay, cuanto menos, un centenar de jugadores capaces de ganar. Pero vienen surgiendo de la cantera inagotable y a favor de nuevas escuelas y tecnologías muchos cientos más de distintos países -incluyendo los argentinos- que marcan esa evolución que abre un panorama mal llamado “globalizado”, pero igualmente apuntando a un creciente desarrollo. Tanto, que seguramente será el golf, como el rugby, un deporte Olímpico en 2016. ¡Ah! Tampoco Nadal, ni Federer, eran imbatibles. ¿Vio?