Los propietarios de dos discos de Villa María coincidieron ayer en afirmar que muchos adolescentes y jóvenes llegan a los boliches ya alcoholizados, luego de reunirse en casas para lo que se conoce como “la previa”, esto es, beber alcohol antes de la salida.
Así, Sebastián Ratazelaya y Pablo Roggia enfocaron en la responsabilidad de los padres. Ambos empresarios fueron consultados por EL DIARIO tras las declaraciones que hizo el intendente Eduardo Accastello en nuestra edición de la víspera.
Ratazelaya cuestionó al jefe comunal por la embestida en contra de los bolicheros. Accastello les había exigido “responsabilidad social” y que no hagan con los hijos de los demás lo que no les gustaría que le pasara a sus hijos, en alusión a la venta de alcohol a menores.
“No hay que ser hipócrita: éste es un problema de educación. Ningún menor tiene el dinero suficiente para emborracharse en un boliche, salvo que el padre le dé dinero. Si una entrada cuesta 20 pesos y hay que pagar el remise y la bebida, está claro que hace falta plata para salir. Los papás tienen que admitir su responsabilidad en lo que está ocurriendo”, enfatizó Ratazelaya.
Para él, si se controlara que los quioscos no expendan bebidas a menores y se suprimiera “la previa”, no se llegaría al cuadro actual.
El entrevistado recalcó que su ánimo no es enfrentar a Accastello y admitió que “lo que plantea es cierto, porque hay alcoholismo en menores”, pero consideró que “está equivocado” en apuntar a los empresarios de la noche.
Además, señaló que las normas en la ciudad “son incongruentes”, al permitir que mayores de 16 años ingresen a las confiterías, pero vedarles a menores de 18 la compra de alcohol.
“Si uno no los deja entrar, nos exponemos a una denuncia de discriminación. Y cuando ya están en el local, ¿cómo controlamos que no consuman bebidas? ¿Qué tengo que hacer cuando observo que tienen un vaso en la mano? ¿Probar si es una Sprite o es un vodka? Además, cualquier mayor de 18 invita al menor, que puede ingresar si tiene más de 16 años”, razonó Ratazelaya.
Luego, advirtió que “esto es un negocio, como lo es un local de ropa deportiva, y nuestra función no es educar”.
En tanto, Pablo Roggia, consideró que “los padres deben controlar a sus hijos, que van a bailar luego de la previa”. “Nosotros no podemos controlar a quién les vendemos bebidas alcohólicas y a quién no, si la ordenanza permite el acceso a mayores de 16 pero prohibe la venta a menores de 18. Esto es una cuestión de educación”.

Grave

Ambos empresarios concordaron en que la situación es grave. Para Sebastián, “se consume cada vez más y peor”, y “mezclan bebidas”. Además, subrayó que toman a edad cada vez más temprana. “El principal problema es que no tienen una conducta a la hora de tomar. En la ciudad hay dos after hour (después de hora) y llegan allí y siguen tomando, cuando el cuerpo ya no les da más”.
Consideró que la Ley Seca “es positiva” y que “estamos frente a un cuadro que fue empeorando, y uno lo ve, por ejemplo, en los accidentes de tránsito”.
Por su lado, Roggia sentenció que “el tema es difícil y preocupa a toda la sociedad”, pero opinó que “siempre, como todo en este país, se corta por el hilo más fino”. “Se pueden cerrar boliches, pero los menores se reúnen a tomar en otros lugares. Lo que debe haber son políticas de fondo; acá hay que atacar las causas de raíz de todo esto”.
El comerciante indicó que en Supper Club hubo fiestas sin alcohol “pero los chicos asistían luego de la previa, habiendo tomado de más”. “Los padres saben que se juntan a comer un asado con Fernet”, añadió.
Asimismo, advirtió que además hay otras cuestiones que tratar, como las medidas de seguridad de algunos locales, “que exponen a los concurrentes a una tragedia”.

Primera medida

Ratazelaya reveló a EL DIARIO que implementará, en sus dos locales nocturnos, la venta de agua mineral al costo, para incentivar el consumo de la misma. También, reducirá los precios de las gaseosas.
Ante una pregunta, apuntó que el 95% de la venta de bebidas corresponde a las que contienen alcohol.