Escribe: Juan José Coronell
Especial para EL DIARIO

El Valle de Characato fue habitado en un principio por los comechingones, de quienes deviene el nombre de la zona. En su lengua, el nombre la define como “Tierra de agua”, aunque muchos insisten que el nombre se deba a un cacique llamado Characate.
El valle tiene ahora un pueblo de igual nombre, que se fundó como zona de descanso allá por 1949. Se encuentra a 1.490 metros sobre el nivel del mar y recibe el título de “Capital del silencio”: un caserío, un hotel y una hostería, un arroyo donde comienza la cascada Las Bandurrias y un salto de 15 metros que termina en una olla natural... Deslumbrante.
Santa Teresita de Characato -nombre completo del lugar- no es ideal solamente en el verano, sino también el invierno, por las nevadas.
Entre los atractivos también se encuentra la fauna autóctona, con pumas, zorros, gatos monteses y cóndores. Pero sin lugar a dudas el interés se despierta por la gran riqueza mineral que guardan sus pliegues terrestres: oro, cuarzo y mármol.

Sitios históricos
A sólo 18 kilómetros de allí se puede visitar la Estancia Jesuítica La Candelaria. Unica en la provincia con la combinación de fortín y santuario, se erige este lugar que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000 por la Unesco.
En ella predomina la piedra. Sus murallas perimetrales y una única puerta de acceso dan fe de la resistencia de los aborígenes para con la colonización. Posee tres campanas, está casi intacta y posee una imagen de la Virgen de la Candelaria.
La estancia fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941 y adquirida por el Gobierno de la provincia en 1982.
Volviendo a sitio de partida, hablaremos de la postal del poblado. Una capilla que fue edificada en 1895 y que se eleva a 1.100 metros sobre el nivel del mar. La capilla Nuestra Señora del Rosario y la planicie que comparte dan al lugar la sensación de un paisaje único e inigualable. Tiene paredes de cal y una puerta donde quedó grabado el año de su creación, pero... hace 80 años que no se abre al público.

De pueblos fantasmas
En las cercanías del pueblo se encuentran las Minas de Oro Grueso, que fueron abiertas por los jesuitas allá por el siglo XVII y que, con un guía, pueden ser visitadas por los turistas. El mismo guía nos puede llevar a las cavernas de Characato (quienes deseen ingresar deberán gatear, ya que la entrada es muy pequeña).
A algunos kilómetros de allí, las canteras del Iguazú nos muestran su historia a través de lo que quedó de ellas.
La extracción de mármoles y calizas fue la principal fuente de economía del lugar, llegando a tener en sus momentos de apogeo más de 200 habitantes. Hoy es uno de los típicos pueblos fantasmas y se puede llegar caminando un poco hacia el norte.
En la “Capital del silencio”, usted puede disfrutar de este rincón escondido de Córdoba, conocer, interesarse por la historia y descansar en el Hotel Río Characato, sintiéndose parte de un rincón del mundo que data de 5000 ó 7000 años, como sostienen muchos especialistas.