Escribe: Jesús Chirino
Y así llegamos a la parte final de esta reconstrucción histórica sobre la rebelión de los alumnos de la Escuela del Trabajo de esta ciudad.
En la edición del jueves 2 de julio, el diario Los Principios publicó la posición de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC) en la que se habla de la “subversión llevada a cabo por los estudiantes en contra de las autoridades” de la institución, se piden sanciones para los culpables de la situación y plantea la defensa de “un orden conculcado; de un sistema educativo que no es respetado, de un sistema de valores vigentes del cual se reniega”. Luego señala que “toda esta anormalidad presupone afanes inconfesables de quienes, pretendiendo escalar posiciones de privilegio, no dudan en movilizar a un grupo de alumnos del establecimiento, en hechos graves, la entidad -UEPC- los conoce y los juzga a través del director y un grupo de profesores del establecimiento…”.
Jorge recuerda que en la escuela tenían “maestros que te pegaban con la tenaza. Te ponían la mano así -extiende los dedos- y te pegaban con el puntero. Eso no sirve, como no sirve ahora que un alumno le falte el respeto a una maestra. Creo que eso fue el copamiento, y se tuvo que ir Seco”. Ya expusimos la teoría de Beltrami, en cuanto a la rígida disciplina, también se habló de que se violaba la correspondencia de los alumnos. Aunque también hubo quienes echaron a rodar la versión de que algunos profesores les “habían llenado la cabeza a los estudiantes”. Aquel día los estudiantes repartieron volantes explicando sus motivos.
Cuando avanzaba el día, algunos alumnos trataban de avisar a sus casas, mensajeros mediante, que estaban bien y que seguirían en la escuela. Por su parte algunos padres fueron a buscar a sus hijos. Jorge rememora “cuando al mediodía fui a mi casa cobré, pero volví a ir. Lo único que no me quedé a dormir en la escuela”.
Suena el Himno
Con todas las puertas cerradas, según narran los protagonistas, cuando algunos “se acercaban les tiraban con las gomeras”. Alamo dice “cuando la Policía se acercaba por la cortada, le ponían el Himno Nacional y se quedaban haciendo la venia, no avanzaban”. También recuerda que “había uno de EPEC que quería cortar la luz arriba y le tiraban con la gomera con recorte de remaches”. En relación a lo que sucedía adentro recuerda que se hacían la comida y se quemaron libretas de amonestaciones. Beltrami suma datos al decir que “se dejaron salir a los preceptores y los alumnos más grandes trataban de cuidar la disciplina de los más chicos”.
A la hora de recordar nombres de alumnos protagonistas del hecho, Alamo rescata el de Orlando Sella y “el gringo Bongiovanni”. El otro ex alumno entrevistado suma a “los Córdoba, Pepe Troviani y Raúl Sarmiento”.
Se fue el director
El primer día de la toma, según reflejaron los medios “el ministro de Gobierno se trasladó a la ciudad de Villa María, para tomar contacto personalmente con el problema de la Escuela del Trabajo Domingo Faustino Sarmiento”.
La llegada del ministro despertó polémica entre los partidos opositores y la prensa, dado que tal cual recuerda Beltrami “saltó una ventana para dialogar con nosotros”. Era “la ventana del lateral izquierdo donde estaba la antigua secretaría por la actual calle Müller, antiguamente Los Andes, y no había otra posibilidad, estaban todas las puertas trancadas”.
En la edición del 1 de julio el diario La Voz del Interior publicó la designación. Como interventor, el “inspector del Consejo de Enseñanza Secundaria, Media y Especial, señor Reinaldo A. Ferrero”. Para agregar que a las 17 horas “y con la presencia del señor jefe político de la zona escribano Hugo Tartaglia y otras autoridades se labró el acta y el señor Ferrero se hizo cargo del Colegio, previo a que los alumnos depusieran su actitud”. Según Beltrami “el director fue trasladado a Huinca Renancó y un par de profesores por suponer que estaban de parte de los alumnos”, como fue el caso del maestro Cabezas del taller de automotores, también fueron trasladados. Cuando se retomaron las actividades, luego de las vacaciones, se hizo un sumario, “…fueron llamando de a uno para tomarles testimonio sobre qué había pasado o cuál era la causa de cada uno…”, Beltrami agrega que superado el hecho “la actividad siguió normal en la escuela, nada más que se divide el IPET Nº 2 por una parte y el IPET Nº 14 para el ciclo superior”.
En tanto Alamo recuerda que ante aquellos sucesos un profesor les dijo “no les da vergüenza, les estamos matando el hambre y ustedes el lío que hacen por el director que es un señor. Ese maestro nos trató muy mal en el aula…”. Pasados los hechos la escuela fue retornando a su ritmo habitual, pero la justificada rebeldía de los jóvenes había dejado su huella.
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