Munido de un repertorio de humor costumbrista y un tanto sugerente, El Gato Peters brindó el domingo por la noche su primer espectáculo en el Teatro Verdi, ante una sala casi colmada. Con la excusa de la presentación de su CD "Humor a gatas", el cómico oriundo de la localidad bonaerense Las Flores plasmó en un show de largo aliento aquellas simpáticas viñetas de campo adentro que tantos aplausos arrancara en sus diferentes intervenciones en las últimas ediciones del Festival de Festivales. El Gato, encarnando a una suerte de recitador peñero (actúa junto a un guitarrista), despachó diversas historias y leyendas que ha recopilado o le han contado en sus giras, sobre personajes o lugares "del interior del interior". Entre la terminología campestre de Landriscina (aunque con alguna que mala palabra en el medio) y la elucubración fantaseosa de Fabuletti (el personaje "gringo" de Mario Devalis), Peters desenvaina sus cuentos con lujos de detalle (en ocasiones con demasiadas tecnicismos) y con remates tácitos, que apelan a la inteligencia de la platea. También se dio tiempo para: ofrecer relatos sensibles (la distinción entre los velorios de ricos y pobres), fustigar a los festivales y a los artistas tradicionales de antigua data, contar su experiencia como veterinario, cultivar el machismo ante las mujeres al volante o echar un vistazo a la realidad nacional: "Vivimos a contramano, la inauguración de la muestra de la Sociedad Rural es al cierre, el Clausura se juega a principios de año y la primera vedette es un hombre". Al conflicto agrario sólo lo utilizó como anécdota para comprobar que era "una buena excusa para las escapadas". J.R.S.
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