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Oscar Mossello y su esposa narraron a EL DIARIO los pormenores del asalto |
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Eran pasadas las 5.30 (“creo que las seis menos veinte”, dijo una de las víctimas), cuando Oscar Mossello y su esposa Graciela Hernández se despertaron con la potente luz de una linterna dañándoles las pupilas somnolientas.
Era el comienzo de la pesadilla que, despiertos, tuvieron que vivir durante la siguiente media hora.
Tres hombres, a cara descubierta y aparentemente sin portar armas, habían ingresado a la vivienda de la calle Teniente Ibáñez 536 en donde reside el matrimonio y su hija, quien dormía en una habitación contigua.
“No sé por dónde entraron. Creo que por el fondo. Abrieron la puerta del patio con una ganzúa y se nos aparecieron en el dormitorio”, narró a EL DIARIO el propio Mossello, haciendo un gran esfuerzo para hablar.
Un acceso de tos lo hace detenerse. Está visiblemente dolorido y se toma el costado del cuerpo. “Me pegaron tanto, que no puedo ni toser”, explica.
“A mí, me fisuraron las costillas a los golpes”, agrega Hernández.
“Mi primera reacción, apenas se me aparecieron en la pieza, fue defenderme. De un salto le di a uno de ellos una patada en el pecho y lo hice retroceder. Pero ahí se pusieron locos, uno de ellos creo que estaba pasado de vueltas. Nos pegaron tanto, que me cuesta narrarlo. Y querían dinero. ‘Dame la plata’, ‘vos tenés más plata’, nos decían. Revolvieron toda la casa”, describió Mossello, quien trabaja como viajante.
El botín
“Realmente, no teníamos demasiada plata en casa, pero ellos no nos creían e insistían en que les diéramos más dinero. En total, se deben haber llevado unos 4.500 pesos en efectivo, algunas alhajas de oro, los teléfonos celulares y algunas armas antiguas -un pistolón, por ejemplo- que era de mi padre”, detalló el damnificado.
Los Mossello quedaron muy atemorizados tras el accionar de los delincuentes, sin poder explicarse cómo hicieron para llegar hasta su dormitorio sin que ellos los oyeran desplazarse por el patio.
“Hacía apenas 10 minutos que mi marido se había levantado y no escuchó nada. Volvió a acostarse y no alcanzó a dormirse que ya habían entrado”, dijo la mujer, a quien le llamó la atención “que el perro del vecino no haya ladrado, porque siempre lo hace al menor ruido”.
Durante la entrevista, suena el timbre de la casa de los Mossello. Es el cerrajero, que viene a cambiar las cerraduras ya que los asaltantes, al irse, salieron por la puerta principal de la casa “nos sacaron las llaves, nos dejaron encerrados y se las llevaron al irse”, explicaron las víctimas.
Oscar Mossello y su esposa Graciela Hernández debieron recibir atención médica tras el atraco, ya que los delincuentes los trataron con mucha violencia y los golpearon repetidamente.
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