“Los 25 empleados estaban trabajando a full, preparando los pedidos para enviar a las farmacias cuando sentimos como un estallido. Primero se cayeron las molduras y ahí creo que el viento embolsó el techo, lo arrancó y se derrumbó”, contó Natalia Figueroa, gerente de la Droguería Argentina, a EL DIARIO, haciendo una pausa en la ardua tarea de rescatar lo que se salvó del desastre.
“Por suerte, no hubo ningún herido, ni siquiera con lesiones leves. Pero las pérdidas son importantes. Calculo que más de 600 mil pesos”, agregó la joven mujer.
Mientras Natalia contesta los teléfonos que no paran de sonar e intenta narrar lo ocurrido con la voz más firme que lo que puede, a pocos metros, una treintena de personas se afanan por reparar, en la medida de sus posibilidades, los signos más notorios del accidente ocurrido en el local de Hipólito Yrigoyen y Mendoza de esta ciudad.
Un grupo, rescata de debajo de los escombros los medicamentos y demás artículos que aún pueden servir y, pasamanos mediante, los van depositando en grandes canastos de metal.
Otros, se ocupan de las chapas y los hierros del techo, que fue arrancado de cuajo de las paredes. Bloques completos de ladrillo y cemento, unidos a las cabreadas de hierro del tinglado, se desplomaron. Otros quedaron suspendidos en el aire.
“Hemos quedado a cielo abierto. Ahora debemos trasladar todo lo que sirve a otros depósitos, para poder seguir atendiendo. Hemos implementado ya turnos rotativos para trabajar 24 horas, para no desabastecer a nuestros más de 700 clientes de Villa María y la región”, explicó la joven gerente.
“El problema es que no podemos cerrar, no podemos dejar de funcionar. Si vendiéramos otro tipo de mercadería, no habría problemas, pero estamos trabajando con medicamentos, con algo directamente ligado a la salud. Tenemos que dar respuesta a nuestros clientes”, explicó Natalia Figueroa.
Los 135 empleados de la Droguería Argentina le pondrán el pecho a la situación para remontar el revés en que los sumió la furia del viento en la jornada de ayer.