Nada ni nadie resulta hoy ajeno a Internet. La tecnología revolucionó desde nuestra forma de trabajar hasta la manera en que nos relacionamos con el resto de los integrantes de nuestra comunidad. ¿Qué significa la Web 2.0? ¿Por qué el iPhone y YouTube tienen tanto éxito? ¿Cuál es el futuro de los diarios de papel? ¿Cómo gana tanto dinero Google? ¿Por qué explotó la burbuja punto com? Estos son algunos de los interrogantes que el autor se encarga de ir respondiendo con claridad a lo largo de una minuciosa investigación, donde no deja tema por analizar. Zanoni, periodista especializado en tecnología de la información, se mete en la historia de Apple y Microsoft, le va a preguntar a los que más saben por la creciente industria de los videojuegos (que ya supera en facturación a la del cine de Hollywood) e indaga en las campañas más exitosas del llamado “marketing viral”. De esta manera, el libro se puede leer como un manual instructivo, pero también como un conjunto de atractivas historias que reflejan el presente digital.
Fragmento del prólogo
Alberto Arébalos, que es director de Comunicaciones de Google para América Latina escribe al comienzo del libro:
¿Cómo trazar el mapa de una revolución? Leandro Zanoni intenta, y lo consigue, guiarnos a través de una de las mayores revoluciones del conocimiento, la información y del entretenimiento de las que se tenga memoria. Internet es todo eso y más.
Intentar poner orden en la vorágine de desarrollos, aplicaciones, tecnologías, usos y aplicaciones es un trabajo, a priori valiente y necesario. Valiente, porque inevitablemente este trabajo deberá ser actualizado en sus futuras ediciones, porque la velocidad de los cambios que suceden en Internet son vertiginosos. (…) Aquí está la revolución, o mejor dicho, aquí está la punta del iceberg de la revolución… Pensemos cómo serán los próximos veinte años... De todas maneras, creo que la verdadera revolución es la otra, la que importa, la que ha hecho de Internet una parte central en la vida de más de mil millones de personas, que ha creado industrias de la nada en menos de una década (la empresa para la que trabajo quizá sea el ejemplo más emblemático de lo que digo). Porque el poder de la tecnología ha hecho posible la revolución que permite juntar amigos perdidos por el mundo, intercambiar fotos de los nietos con los abuelos que viven en otra ciudad u otro país, hacer de cada uno de nosotros un Gutemberg, convirtiéndonos, a todos, en miembros plenos de la Aldea Global. Pero dije más arriba que el de Zanoni es un esfuerzo necesario. Y lo es porque las revoluciones necesitan siempre de un John Reed, de un testigo que al menos tenga la posibilidad de contar cómo y porqué las cosas están sucediendo. Sólo que esta vez todos estamos tomando el Palacio de Invierno. Me explico: Internet nació como un medio vertical, donde los tradicionales dueños del contenido hacían accesible al resto, pasivo, su información, conocimiento o esparcimiento. Pero, a medida que la tecnología se fue desarrollando, los usuarios, antes pasivos espectadores, tomaron el control, se subieron al escenario y ya las cosas no fueron como antes.
Lector, si llegó hasta aquí, sepa que en este tiempo que se ha tomado en leer este prólogo se han subido más de treinta horas de vídeo a YouTube. Y esa cifra crece día a día. Los espectadores son actores, productores y directores, los lectores son editores y corresponsales, los oyentes son ahora músicos. ¿Qué significa esto? Zanoni busca en El imperio digital ordenar y desentrañar este fenómeno que algunos llaman Web 2.0, término que personalmente no me gusta toda vez que supone que hubo una Web 1.0 y habrá una 3.0, como si los cambios fueran programados de la misma manera que una empresa traza la evolución de un programa de software. La Web es impredecible, caótica y vital. Como sus actores, como usted y como yo.
El imperio digital trata de poner orden y explicar ese caos.
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