Señor director:
Me dirijo a usted con la finalidad de solicitarle tenga a bien publicar la presente carta, ya que deseo compartir una experiencia (lamentablemente mala, por cierto) con los lectores de este prestigioso medio.
Paso a contarles...
Junto a mi hija de 11 años, asistimos al recital que el señor Fidel Nadal brindó en el Club Florentino Ameghino de esta ciudad. Demás está decir las ilusiones que una figura como la de este músico crea en una persona de esa edad.
Al ingresar a las instalaciones fui requisado por un policía, quien al abrirme el bolso y descubrir que llevaba materiales de lectura, en tono burlesco y sarcástico me dijo: “Qué, venís a estudiar acá”. Posteriormente me retuvo un llavero de metal (sí, un llavero, no un arma), sin darme constancia alguna de que quedaba en su poder.
Hasta ese momento mi actitud fue pasiva, puesto que como dije estaba acompañado por mi hija y el objetivo era disfrutar de un recital en su compañía y no entrar en los claroscuros que se permiten personas como éstas (acomodando los procedimientos regidos por leyes a su antojo, según su interpretación personal o de acuerdo a “la cara del cliente”).
A la salida solicité que me devolviera mis pertenencias (principalmente el llavero, cuyo valor material es insignificante, pero todo lo contrario en el plano afectivo), obteniendo por respuesta “está ahí”, indicándome una bolsa con objetos varios.
Al buscar en la misma comprobé que mi llavero no estaba, por lo que me dirigí nuevamente a ese policía y se lo indiqué. Por respuesta obtuve un despectivo “¡y qué querés que le haga!”.
Indignado, lo responsabilicé por la pérdida, a lo que, en tono más agresivo, me dijo: “Qué, ¿me estás tratando de choro?” y amenazó con detenerme, por lo que opté por retirarme del lugar.
Ya a la salida, dos pibes que presenciaron lo que ocurrió, me informaron que vieron el momento en que me retuvieron el llavero, y cuando emprendí el ingreso lo tiraron al piso.
Lo que más lamento es que todo lo sucedido fue en presencia de mi hija, que además de la angustia del momento ¿qué enseñanza se lleva?: “Es inseguro participar en un recital de rock”, “las personas con autoridad pueden hacer lo que quieren” (incorporando un modelo de funcionario público que puede repetir el día de mañana), y “la propiedad del otro está sujeta a mi voluntad”.
También me pregunto: ¿cuáles son los mecanismos de selección utilizados para que personas con estas características ingresen a la Policía?, ¿quiénes los forman?, ¿quiénes los supervisan?, ¿quiénes los sancionan?
Me quedó la sensación -aparte de la angustia- de vivir en una ciudad insegura, en donde los que tienen que ejercer el control se descontrolan, en donde los que nos tienen que cuidar (esa es su función y para eso los ciudadanos les pagamos), nos maltratan; en donde cumplir con cierto estereotipo estético-moral es motivo de discriminación.
Por último, quiero agradecer la solidaridad y contención -tan necesaria y vital para las personas que vivieron estas experiencias- que me brindaron en la VACAP.
Jorge Miguel Mazzini
DNI 17145358
Otras notas de la seccion Opiniones
Escriben los lectores
Escriben los lectores
Una historia, entre tantas
Los lectores también escriben
Lamentable
|