La industria da más trabajo. Un detalle importantísimo que lleva a la conclusión de que sin industria no vamos a poder solucionar el tema de la desocupación.
Es responsable del 18% de la creación de puestos de trabajo o, si se prefiere, responsable del 26% de los puestos de trabajo, si se considera sólo el empleo registrado.
@Concentración
Sin embargo, han crecido dos fenómenos nuevos que cualquier gobierno debería estar atendiendo de manera urgente, sin vivir en el corto plazo.
Por un lado, la concentración, que llega a ser monopólica en algunos sectores y, por otro, la extranjerización.
Nadie se ha preguntado qué queremos: ¿empresas argentinas que reporten en la Argentina o sucursales de empresas extranjeras que reporten a sus casas matrices en el exterior?
Las utilidades de 500 empresas extranjeras que operan en el país crecieron once veces en los últimos años.
Hay distintas miradas respecto de qué es lo que está pasando con la industria ahora.
Voy a aferrarme a la última medición del INDEC -se imaginarán mi grado de escepticismo respecto de los índices del INDEC, pero no importa. Asumamos que el INDEC, responsable de esta estadística -el Estimador Mensual Industrial (EMI)- señaló que en la industria, en general, hay sectores a los que les está yendo bien y se mantienen; otros sectores que están amesetados por completo y, otros, que van cayendo.
@Comparaciones
Mientras tanto, el Gobierno no ha considerado o no analizó, por ejemplo, que mientras los automotores crecieron entre 2008 y 2007 el 25.4%, los lácteos cayeron un 9%.
Claro, mientras el primer sector, el automotor, no fue alcanzado por el control de precios, el segundo sector sí fue alcanzado por el control de precios. Los plásticos y el caucho sintético, por ejemplo, profundizaron la caída con respecto al año pasado; es mucho. Química y petroquímica está cayendo igual. Neumáticos ha cedido varios puntos porcentuales cuando, en realidad, el sector automotor se fue expandiendo.
Lo que pasa es que el sector automotor creció en la medida en que hubo demanda exterior para esa producción.
En cambio, las fibras sintéticas y artificiales han caído un 22% con respecto al año pasado. El papel y el cartón están con dificultades, y las fibras sintéticas más o menos exactamente igual que el año pasado.
Así, de los 29 sectores industriales relevados por el INDEC, siete sectores crecieron más que el promedio, 15 subieron menos, y siete retrocedieron definitivamente.
Es el automotor el que tiene mayor impacto y, si no fuera por las retenciones energéticas que el Gobierno se resiste a aceptar que existen, tal vez en algunos sectores la situación hubiera mejorado.
Hay, en estos momentos, una expansión de la dependencia de insumos y bienes de capital. Se importan autos, autopartes, celulares -que ingresan como bienes de capital por millones, y aunque anuncian que van a inaugurar algunas plantas en Argentina, todavía no hay grandes novedades-.
Se importa energía eléctrica, gasoil y fuel oil -que remplaza la falta de energía eléctrica.
También se importan bienes de capital, equipos que perfectamente podrían ser fabricados en la Argentina.
Hay muchas críticas por formular a esta ausencia de política industrial.
La concentración empresaria es un punto delicado que el Gobierno parece no observar. Al promediar la presente década, las 200 empresas de mayor facturación representaban casi el 52% de toda la producción argentina.
Es un dato que asusta, que la sucesión de las administraciones ha dejado hacer y que, en algún momento, va a haber que prestarle mucha atención.
@Extranjerización
Otro tema es la extranjerización. Sobre 27 de las principales de estas 200, modificaron el origen de capital.
La extranjerización pasó de ser del 50% de las firmas al 64%. Se vendieron 17 grandes empresas. Lo lamentable es que los propietarios de las empresas compradas -uno de ellos de la industria alimenticia se dedicó a criar caballos de carrera- han derivado sus capitales al exterior, especialmente los banqueros que vendieron sus instituciones.
Hay aumentos de firmas extranjeras en siderurgia; pasó del 60% al 80% total de las firmas en Argentina. El 80% de todas las firmas siderúrgicas son extranjeras.
En químicas, pasó del 77.8% al 87%. En servicios de telecomunicaciones, pasó del 45% al 80%. En comercio, pasó del 48.3% al 56.7%; y en energía del 37% al 50%.
Sin duda que no tendríamos ninguna posibilidad de tener industria si no hay inversión y, además, si no hay rentabilidad.
Estamos en el sistema capitalista y, por lo tanto, -esto no es un juego infantil- las empresas deben ganar, y mucho, para que haya crecimiento y desarrollo económico.
@Falta de confianza
¿Qué les ocurre a los empresarios? Sin duda que aquí pesan dos factores: imprevisibilidad; no hay credibilidad respecto de los indicadores oficiales -la intervención al INDEC ha sido dramática para cualquier tipo de análisis respecto de la situación en la Argentina- les preocupa cierto empuje en la demanda de nivelación salarial; les preocupa fundamentalmente falta de un marco legal apropiado para tratar las inversiones extranjeras como lo tiene Chile, por ejemplo; y falta de infraestructura: no saben si van a tener energía. Hoy, sobre este problema, el Gobierno no puede asegurar que determinadas fábricas en ciertas regiones del país van a tener provisión de gas y de energía eléctrica.
Otra dificultad para invertir es la falta de financiamiento. El sector financiero, como siempre, le sigue dando la espalda a la producción.
Para el sector financiero el único ámbito que le produce réditos y felicidad es el consumo; no se meten en el ámbito hipotecario, con lo cual sigue el problema de la vivienda: hay carencia de un millón y medio de viviendas. Y que una Pyme quiera acceder a un crédito -ya que sin préstamo es imposible multiplicar los esfuerzos- es una tarea ímproba; tiene que tener un gerente, cosa que la Pyme no puede afrontar -ni siquiera la mediana empresa- para dedicarse a llenar los papeles que exigen los bancos.
Seguimos sin el Banco de Desarrollo prometido. Hubo intentos de convertir al Banco Nación en una entidad de desarrollo.
@Modelo distinto
La situación ideal sería ir hacia un modelo industrial distinto. Ya no podemos pensar en el tiempo; es decir, la escenografía histórica es distinta a la de Perón; la escenografía productiva es totalmente distinta a la de Frondizi. Y es distinta a todos y pocos modelos que se aplicaron en la Argentina. Sin dudas, hay que repensar una industria que permita la inclusión social.
Esta industria que permita la inclusión social sin duda alguna debe basarse también en la preocupación por la educación. Es decir, industria con inclusión social y con educación no puede ser posible sin un Estado que tenga muy en claro qué modelo industrial debe aplicarse y, además, empapar a la clase dirigente en ese ideario, hacerlos partícipes de ese ideario; no permitir que los industriales sean lobbistas, paseadores de alfombras rojas, sino fundamentalmente hombres de la producción.
Tenemos que pensar qué es lo que podemos hacer nosotros. Pero no basta solamente con incorporar tecnología y que el Estado se comprometa en este juego. También hay que adoptar nuevas formas de organización en el eslabón de la producción. Y, para esto, hay que pensar en todo un tema de gestión empresaria en la Argentina.
La competitividad de la producción argentina es una materia pendiente, ya fue bochada varias veces en los exámenes. Hay que volver a pensar cuál es el planteo para mejorar esta competitividad argentina.
Las políticas públicas, entonces, son decisivas. Si el Gobierno -cualquier gobierno- se dedica solamente a lo electoral, a la sobrevivencia electoral, vamos mal.
Ya está pegando una crisis financiera internacional y ¿qué va a pasar?
Puede afectar en algo en lo cual se basa la Argentina en estos días, que es la exportación de materias primas.
Si China entra en crisis vamos a estar exportando la mitad de la soja o una cuarta parte de la soja, con lo cual lo de la caja y el superávit fiscal va a pasar a ser historia antigua.
Frente a esta crisis el Gobierno no ha propuesto absolutamente ningún tipo de propósito ni de meta. Con este criterio no puede haber ni siquiera un ideario industrialista.
Por empezar, no podemos pensar en un futuro país con inclusión social sin agroindustria. Tiene que haber una complementación fundamental entre la industria y el campo y no estos planteos conocidos últimamente donde hay una divisoria de aguas increíble.
Hay que darle mucha importancia a la biotecnología. La Argentina tiene mucha capacidad para poder desarrollarla. La Argentina tiene islas formidables de científicos que podrían ser usados en la industria.
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