Cuando hablamos de un accidente o una emergencia nos referimos a un número reducido de sujetos afectados por un siniestro inesperado, por ejemplo, accidentes de tráfico o incendio de una casa y aún más grave es la situación de desastre o catástrofe en las que se da un mayor número de heridos y damnificados en que también puede quedar afectada la vida cotidiana de toda una población, pudiendo causar daños físicos, materiales, psíquicos y sociales; entre estos desastres se encuentran los de tipo naturales: inundaciones, huracanes, tornados, tormentas invernales y terremotos. Los desastres tecnológicos o causados por el hombre incluyen estrellamientos de aviones, descarrilamientos de trenes, incendios, etcétera.
Las personas que vivencian estas situaciones inesperadas sufren un nivel de estrés importante que llegaría a producir una crisis en ese momento, provocando desorganización en lo emocional, cognitivo o pensamiento hasta en lo conductual, caracterizado principalmente por una incapacidad de la persona para manejar situaciones conflictivas de esta índole. En ocasiones, al no ser intervenida la persona de manera adecuada en este momento de estrés, la posicionaría en un período de riesgo y de vulnerabilidad.
Ante esta situación de desastres es primordial la participación de emergencias médicas, Bomberos, Policía y dejar el escenario libre para que se desarrollen los primeros auxilios necesarios.
¿Qué reacciones esperables puede presentar una persona ante una crisis?
Las reacciones de las personas que vivencian los desastres o catástrofes pueden variar entre individuos, existen reacciones comunes que son normales ante un evento anormal. A veces aparecen inmediatamente después del evento y en algunos casos se retrasan por algunas horas, días, semanas, y hasta por meses. Se pueden clasificar como:
Reacciones fisiológicas: fatiga, náuseas, dolores de cabeza, vómitos, hiperventilación (respirar rápido), temblores en el cuerpo, escalofríos, movimientos faciales involuntarios, mareos.
Reacciones cognitivas: pérdida de la memoria, problemas de concentración, fácil distracción, atención reducida, dificultad para tomar decisiones, reexperimentar el evento a través del pensamiento.
Reacciones emocionales: ansiedad, sentirse abrumado, identificación con los damnificados, bronca, tristeza, ganas de estar solo, no compartir las actividades que solía hacer antes, irritabilidad, sentimientos de culpa.
Reacciones de conducta: insomnio, llorar con facilidad, abuso de sustancias tóxicas, conducta en alerta, vigilancia extrema, evitar pasar por el lugar del hecho, respuestas exageradas de sobresalto.
Es importante considerar que no sólo los sujetos que vivieron el acontecimiento nefasto quedan impactados física y psíquicamente, sino también puede suceder que las personas que intervienen después del evento quedarían afectadas de lo acontecido por situaciones que tienen que afrontar para asistir y auxiliar a los damnificados (estos pueden ser vecinos del lugar, familiares de la víctima, etcétera).
Puede ser muy simple la descripción de las recomendaciones básicas para la atención de personas en estado de crisis. Puede suceder que al llevarlas a cabo se presenten dificultades que impidan aplicarlas; sería interesante informar concretamente qué hacer y qué no hacer para ayudar desde lo emocional y de manera individual, específicamente para aquellos que deciden asistir a estas personas e ingresan al lugar del acontecimiento de desastre o accidente.
@Qué hacer
-La ansiedad es contagiosa, por lo tanto para el que interviene debe mantener y equilibrar la calma.
-Entrar en el lugar del acontecimiento y entablar contacto empezando informalmente: "¿Te puedo ayudar en algo?".
-No tocar a la víctima (recuerde que se encuentra en un estado alterado de conciencia y no sabe cómo puede reaccionar).
-Poder observar la predisposición del sobreviviente para entablar una conversación y si accede, seguir su línea de narración, no cambiar el foco de lo que habla, aunque no tenga sentido lo que dice.
-Calmar las culpas y las autocríticas, aunque haya sido el responsable del accidente.
-Si el sobreviviente se encuentra muy perdido en lo que narra se lo puede ayudar con preguntas como por ejemplo: "¿Dónde estabas? ¿y qué hiciste? ¿qué recordás?".
-Se puede preguntar acerca de sus pensamientos, por ejemplo: "¿Qué pensaste primero? ¿y después? ¿y cuándo pasó tal cosa?".
-También se lo puede ayudar preguntando acerca de sus sentimientos y emociones: "¿Qué sentiste cuando pasó…? ¿Qué sentís ahora?".
Todos estos tipos de preguntas deben ser abiertas para que la víctima pueda hablar y expresarse por su situación estresante. Además el poder hablar le brinda al sobreviviente poder realizar una descarga psíquica importante.
@Qué no hacer
-No fuerce a la persona si no quiere hablar cuando se le ofrece ayuda.
-No le cuente al sobreviviente su propia historia.
-No diga cosas simples: “Al menos saliste vivo”, “agradecé que la sacaste barata”.
-No diga cómo “debería” sentirse o “haber” hecho tal cosa.
-No hablar acerca de trastornos, síntomas y enfermedades físicas o psiquiátricas.
-No juzgar o regañar al sobreviviente.
-No ignore la charla que le está haciendo el damnificado, muestre atención a lo que le dice.
Qué se sugiere en las primeras 48 horas al sobreviviente y a los que lo acompañan:
-Actividad física aeróbica (debido a la producción de endorfinas) alternada con técnicas de relajación.
-Estructurar el tiempo, buscando actividades para realizar, el fin es mantenerse ocupado.
-Normalizar las reacciones esperables diciendo: “No te estás volviendo loco”.
-Hablar con la gente y mantenerse en contacto con el otro.
-Descansar.
-Comer sanamente.
-Evitar el alcohol y las drogas (legales e ilegales).
-Escucharlo con atención, sin interrumpirlo.
-No intentar calmarlo.
-Pasar tiempo con esta persona.
-Brindarles seguridad.
-Ayudarlo con las tareas diarias.
-Permitirle estar a solas si lo desea.
-No tomar personalmente su agresividad.
-No decir: “Ponete contento podría haber sido peor”.
-Mostrarle preocupación de que le haya ocurrido algo así.
-Intentar mantener la tranquilidad en la casa.
-Demostrarles que se sienten a salvo.
-Respetar sus límites.
-Aceptarlo y no juzgarlo.
-Escucharlo cuando quiera hablar y no forzarlo, buscando el momento y lugar adecuado.
-Demostrar que le creen cuando habla del acontecimiento.
-Ayudarlos con preguntas para que experimenten y que expresen sus sentimientos aunque sean negativos.
Todas estas recomendaciones básicas de atención pueden brindar al sobreviviente la oportunidad de recibir apoyo y atenuar de algún modo este impacto significante para él y no es necesario tener estudios específicos ni ser profesional en el tema, simplemente tener capacidad de empatía, es decir comprender a esta persona y poder ponerse en el lugar de él o ella, además se acentuaría aún más si no tomamos en cuenta que este impacto emocional puede ser intenso y muchas veces desorganizador para el sobreviviente.
Otras de las recomendaciones para tomar conocimiento es en el caso y si es necesario, cuando estas recomendaciones descritas no funcionan al aplicarlas o no ayudan al sobreviviente, acercar a la persona en crisis a algún centro de salud mental para su asistencia y evaluación correspondiente.
María Noel Quinteros
Psicóloga
MP 5.359
centrodeterapiasde
vanguardia@yahoo.com.ar
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