Ramiro González (18, estudiante, foto 1)
Es “positivo” que se intensifiquen los controles de venta de alcohol a menores, pero, trayendo a colación la letra de una de las canciones de Callejeros (“mucho de lo que está prohibido me hace feliz”) consideró que “mientras más prohíban, peor será”.
Ramiro cree que si se acortan los horarios de boliches, habrá más alcoholismo, porque se consumirá fuera de estos locales, “donde las bebidas son más baratas”.
“Las drogas están prohibidas y sin embargo la juventud siempre se drogó”, advirtió.
El joven recalcó que la solución se encuentra en la educación primaria. “Modificar los hábitos de los jóvenes es difícil; esto tiene que hacerse desde los primeros años”.
“Uno se pregunta por qué hay alcohol en las fiestas de 15”, expresó.
Consideró como “grave” la problemática y aseveró que el consumo también depende de las clases sociales. “En algunos boliches hay más alcoholismo que en otros”, dijo.
Sergio Páez (24 años, empleado, foto 2)
“Tengo familiares en Tucumán, y allá no sólo no cortan la venta de alcohol en quioscos a las 23 (como en Villa María) sino antes, y los boliches finalizan a las 4, y sin embargo a veces es peor, porque salís de las disco y te vas a la casa de un amigo y seguís tomando”, expresó el joven al ser consultado por EL DIARIO en la calle.
“Me parece que los controles están bien, pero no creo que el problema termine de esta manera. Están los mayores de edad que compran bebidas y uno sabe que en los grupos de amigos hay mayores y menores, y los menores tienen acceso al consumo”, indicó.
Sergio recalcó que la solución pasa por casa. “Si los padres no enseñan a sus hijos a medirse, a limitarse a la hora de tomar, no hay solución alguna”. “La escuela te puede enseñar, pero si en la casa no hay límites, respeto, educación, quedamos en nada”, advirtió el ciudadano.
Páez contó que “siempre salí y no creo que la situación haya empeorado, creo que es igual”.
Para Georgina Bardin (29 años, administradora hotelera, aunque hoy tiene otro trabajo, foto 3)
El endurecimiento en los controles está “muy bien”, pero advirtió que “desconozco hasta qué punto son útiles”.
“Los chicos se juntan antes de salir, hacen la previa... los problemas que se han visto, por lo general se dieron antes de los boliches”, expresó.
“Más que los boliches, acá tiene que tomar conciencia la juventud. Uno ve que los chicos salen a bailar medio tomados...”, consideró.
Georgina cree que la cuestión pasa por una mayor concientización. “Así como hay programas de sexualidad responsable en los colegios, también deberían existir programas de prevención de alcoholismo”, apuntó.
“Aunque incentivan el consumo, no creo que las confiterías sean las culpables de lo que está pasando. Si se hicieran los controles de alcoholemia en los accesos a las disco, no entraría nadie”, aseveró.
Para la entrevistada, “la situación, lamentablemente, es grave”.
Agustín Pintarelli (foto 4) y Virginia Brunetto (foto 5), alumnos, de 15 años, avalan los operativos de mayor control, “si no, esto es un descontrol”. “Los jóvenes salen y hacen cualquier cosa, uno lo ve en los accidentes”, manifestaron.
Los adolescentes piensan que el panorama actual es delicado y sostienen que además de mayores controles “hay que poner más de uno mismo, para salir adelante”.
Andrea Bruschini (39 años, docente, foto 6)
Opinó que el flagelo “tiene que ver, sobre todo, con una cuestión familiar”. En ese sentido, apuntó a las previas en casas de familia.
“Hay que tomar medidas con los adultos. Los jóvenes son las víctimas, están en formación. Somos los padres los que tenemos que hacernos cargo.” Andrea calificó a la situación como “grave”
Nora Dutto (48 años, docente, foto 7)
“¿Quiénes son los dueños de los quioscos? Adultos. El control debe hacerse sobre los adultos, que son responsables de esto”, fue lo primero que dijo.
Hizo hincapié en la responsabilidad de la familia en este drama y remarcó que el cuadro actual es grave.
“Los adultos debemos hacernos cargo de lo que está ocurriendo”, concluyó.
Rodolfo Saby (25 años, pintor, foto 8)
“Los negocios son los que venden alcohol a menores, quienes en algunos casos lo mezclan con drogas y la cosa se complica. A las 9 de la mañana ya están totalmente borrachos”, expresó. No obstante, cree que el endurecimiento en los controles puede no ser la solución total. “Los mayores tienen acceso a las bebidas y las comparten con menores”, indicó.
Mayor concientización es la clave, “pero lo veo difícil y en muchos casos creo que ya esto es irreversible”.
“Si durante cinco años salís y tomás, cuando te das cuenta ya estás atrapado”, advirtió.
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